jueves, 14 de enero de 2010

Rancho 2.0

No tenía pensado actualizar tan pronto, de hecho creo que estoy escribiendo demasiado últimamente, pero el perro con el que convivo no para de dejar detalles para un nuevo texto. Hace ya algunos meses, cuando acababa de aterrizar en la capital del moderneo escribí una pequeña reseña sobre "el despertar más hermoso del mundo". Un placer, que desde aquel momento, Rancho no ha podido parar de obsequiarme.

Gorrinerías aparte, hay nuevos datos sobre el perro que dan que pensar. Su dueña y por extensión compañera de piso de un servidor, nos comentó el otro día algunas cosas que hasta el momento desconocíamos. Resulta que Rancho no es un perro al uso, sino que es fruto de una relación furtiva entre su madre y uno de sus hermanos mayores. Esto nos lleva hacia un callejón sin salida ¿existe la consanguinidad perruna? ¿es equiparable a la humana?

Rancho nunca ha sido una lumbrera, llevo cuatro meses conviviendo con él y aún no hace sus necesidades en la calle. Ahora le ha dado por ladrar. El otro día iban a pasearlo, se cruzó con un perro-salchicha y salió corriendo con más miedo que once viejas (esta expresión me gusta mucho, de siempre). No sé cuándo deja un perro de ser cachorro exactamente, pero el animal este o no es muy listo o está "enjugascao". Yo me inclino más por lo primero, debido a su consanguinidad, claro...

Con estos datos en la mano, se puede afirmar que vivo con un perro que tiene cualidades muy similares a las de cualquier monarca de la dinastía de los Austrias (sobre todo a los llamados "menores"). Además de que nunca sabrá si a su padre ha de llamarlo "hermano" o "padre", tiene gran facilidad para cagarla, en particular en la puerta de mi habitación.

He aquí un ejemplo grabado recientemente:




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