martes, 22 de diciembre de 2009

Amigo Invisible, límite 20 euros

Llevo unos días bastante cabreado con algunas cosas de la navidad. No sé si es por culpa de la crisis o de la navidad en si, pero poco a poco va desapareciendo el espíritu navideño. Cada día somos más rácanos, atrás quedaron esas épocas en las que se fundía dinero a cascoporro para satisfacer las necesidades y caprichos de los niños.

Papa Noel, los Reyes Magos, eran sinónimos de bonanza económica, de estado del bienestar. Recuerdo yo cenas de familia en la que cada primo abría del orden de tres o cuatro regalos, a cual más flipante. Igual también es porque ahora el primo más pequeño tienen 20 años y parece excesivo regalarle un coche teledirigido, un juego de la Super Nintendo y un par de coches de Scalextric.

Me da igual, la edad es un excusa barata. ¿Qué pasa? A los 24 años ya no estamos preparados para recibir tres regalos. ¿Acaso no los merecemos? Es todo una engañifa, que no os mientan. Ahora se lleva la patraña esa del Amigo Invisible. Un invento de padres, tíos y abuelos para no gastarse una misera peseta en estas fechas. Lo entendería si luego en rebajas se pagaran algo, pero no es el caso.

"Te ha tocado Menganito, límite 20 euros, no te pases que si no dejas al resto en mal lugar". Con 20 euros no se compra una mierda. Al final todo el mundo regala una camiseta de Pull & Bear o H&M en su defecto. Camisetas que nunca me pongo porque son horribles, no valen ni para jugar al fútbol porque llevan un estampado que no transpira nada y me recuezo por dentro. Prendas para hacer el gandul los domingos por la tarde, no valen ni para echar la siesta.

Puestos a ser cutres, mejor sería regalar cinco camisetas básicas de colores, que valen 3,90 y valen para jugar al fútbol y echar la siesta...

jueves, 17 de diciembre de 2009

El arte de la improvisación

Cuando te estás preparando para una ducha lo peor no es quedarte sin agua caliente, no os equivoquéis. Lo peor es que vengan tus compañeros de piso invitándote a limpiar el salón junto a ellos, esto puede llegar a quitarte las ganas de vivir. Más si cabe cuando mi único oficio diario y reconocido es el de recoger las tres o cuatro mierdas que el perro deposita en la puerta de mi habitación cada jornada.

Pero yo soy un tío con buen carácter, he 'tirao' el albornoz y me he puesto manos a la obra. He valorado las opciones que había y he decidido que barrer era lo que más podría adaptarse a mi. Nunca se me ha dado bien y es algo que detesto, pero es mucho más sencillo que quitar el polvo o limpiar los baños. Además, alguien barriendo es alguien que se está dejando los cuernos, siempre es una imagen de la que se sale bien parado. Claro, siempre que se haga en casa y de forma amateur, si eres profesional del barrido ya es otra cosa, no está tan bien visto.

Barrer parece una cosa sencilla, pero no lo es. Se ven muy rápidamente las carencias de una persona que está barriendo sin ganas. Una vez he conseguido llenar el recogedor de mierdecica, lo he tirado y me he dado por satisfecho. Entonces llega ese momento en el que tu estás de brazos cruzados mientras tus compañeros de piso se desloman para quitar la última mota de polvo. En ese momento una idea ha alumbrado mi cerebro, "Fregar", hay una pila de cacharros para fregar, allí no me ven y quedo bastante bien.

Así que me he ido a la cocina, alejado del aspirador y de la incomodidad del chucho, me he puesto la música y he empezado a fregar. La verdad es que me he arrepentido bastante de mi decisión, no contaba yo con un par de bandejas de horno llenas de pegotes de algún tipo de comida hecha hace días. Al final me he cansado cuando solo quedaba un wok gigante por limpiar, me he lavado las manos y me he retirado de la pila. En ese momento he visto sobre la mesa varios envases de galletas. "Mi última buena acción, los tiro a la basura y me corono".

El contenedor de la basura no tenía bolsa y tampoco iba a ser yo quien la iba a reponer. Tampoco he visto ninguna bolsa de Carrefour donde depositar el dichoso plástico de las galletas. Llegado este punto se me ha ocurrido lo que a todo el mundo, tirarlo por el patio de luces. Ya en la terraza he hecho del envase una pelotilla, para que ganase en aerodinámica y me he dispuesto a lanzarla. He armado el brazo y justo cuando ya tenía la cara de esfuerzo para propulsarla... me he dado cuenta de que la mujer del balcón de enfrente estaba ahí mirándome.

Son micras de segundo lo que tiene el cerebro en este momento para intentar salir airoso de la situación. Mi cabeza ha pensado que lo más natural sería lanzar un gigante bostezo y acompañarlo desperezándome con el brazo que no tenía envase de galletas. Cuando he terminado mi improvisada puesta en escena, me ha mirado la señora...

-..."¡Ay! Estos jóvenes, nada más que trasnochar y durante el día son como zombis. Eso sí, ni se te ocurra tirar lo que llevas en la mano, que luego le toca limpiarlo a mi marido, que para eso es el presidente de la comunidad."

viernes, 11 de diciembre de 2009

El Vagón 221 del Imserso Express

No faltaban ni diez minutos para que saliera el tren cuando hemos salido de casa. El centro de Albacete parecía el circuito de Montecarlo con mi padre al volante. La diferencia es que en la Mancha no está ni Raikönnen ni Kubica, ni siquiera hay Nakajimas, desgraciadamente hay mucho conductor de Cuenca. Después de que algún conquense nos diera un susto, hemos llegado a la estación, quedaban dos minutos y he empezado a esprintar.

Adonde vas corriendo! El tren Arco siempre trae como mínimo veinte minutos de retraso, pero luego lo recupera, no te hagas ilusiones de indemnización" me ha gritado el de la ventanilla de información. Total, que para hacer tiempo me he comprado un agua y unos caramelos mentolados por si me venía la tos. He pasado los pertinentes controles y me he ido al andén a esperar a que llegara esa maravilla de la tecnología ferroviaria.

Lo primero que he hecho ha sido mirar qué vagón llevaba, el 221. ¡Coño! Si que es largo el tren. Tiene una explicación. A ver cómo os explico qué es el tren Arco. Digamos que es como una menestra de ferrocarriles. Sevilla, Málaga, Granada y Badajoz, desde cada una de estas ciudades sale un tren y en Alcázar de San Juan se fusionan para emprender la marcha hacia Barcelona. Menuda mezcla eh...como para ponerse a hablar del Estatut ahí. Pues eso, el código 221 se correspondía con un vagón granadino.

Al subir al tren, no sé por qué, lo primero que he hecho ha sido buscar chicas con cazadoras de cuero, me dijo una amiga el otro día que estaban muy de moda. Creo que se equivoca, a mi me parece original y atrevida, sin embargo allí la gente llevaba más jerseys de punto que otra cosa. La verdad es que igual no era la mejor muestra de gente para este experimento, la media de edad de mi vagón era superior a 70 años sin ninguna duda. Justo en ese momento de análisis, una voz me ha perturbado.

-Oye bonico, ¿me cambias el sitio?. Es que me ha tocado en el sentido contrario a la marcha y me mareo.- Me ha comentado una señora de unos 70 años, con buenos modales, eso sí.
-Claro que si, no hay problema.- He respondido yo caballero y educado como nadie.
-Muchas gracias guapo.- Y dale con el piropo, está claro que son cumplidos, déjese de historias y cámbieme el sitio rápido que tengo que seguir contando chupas de cuero.

Pues el sitio al que he ido a parar no era mucho mejor. Me ha tocado un señor granadino de unos 75 años y con una tos de haber fumado dos cajetillas diarias de Ducados toda la vida. Así no hay quien mire lo de las cazadoras de cuero. Me he puesto unas series en el ordenador y me he calmado. No han sido ni dos horas de tranquilidad, al llegar a Valencia una pequeña revolución ha golpeado mi vagón. Valencia es una estación de término y para los trenes no hay rotondas, así que ha tenido que cambiar el sentido de la marcha. Una noticia que no ha gustado nada en mi vagón.

Es curioso porque la misma señora de antes, que se encontraba a más de diez metros de mi, me ha buscado sabiendo que era presa fácil. Le he devuelto su sitio a cambio de otros tantos piropos y así he conseguido desprenderme del granadino de la pulmonía. De camino a Barcelona he informado a mi amiga via SMS de que no veía ninguna prenda de cuero por allí, que no es algo que esté tan de moda como ella se piensa. Error, error y error, cuando hemos llegado a Barcelona, mi novia octogenaria del tren (la que me piropeaba a cambio de asientos de preferencia) se ha sacado un chaquetón de cuero de su bolsa de viaje y se lo ha enfundado.

Solo le ha faltado sacar unas gafas de pasta. O pedirme las mías, que como no me había dado sufiente el coñazo en viaje.

jueves, 3 de diciembre de 2009

El Piti 01x01 Capítulo Píloto

Hola a todos. Esto funciona como el grupo Prisa, que usa los mismo contenidos para distintos medios. Resulta que con algunos compañeros del curso estamos haciendo una miniserie para internet y ya tenemos listo el primer capítulo. Hemos tenido muchos problemas con el audio, así que es algo difícil de entender los diálogos, por eso os recomiendo que lo hagáis con auriculares que siempre mejora algo.

Aquí os dejo el video... espero que os guste el final.

martes, 1 de diciembre de 2009

Buscando a Eric

Buenas noches. Acabo de llegar del cine de ver la película que reza el título de este post. Antes de nada me gustaría saber si en Barcelona existe alguna multisala comercial independiente en la que se proyecte el cine doblado en castellano. Estoy hasta los huevos de leer, yo voy al cine al escuchar y mirar, no a leer. Quejas aparte, he de decir que la película me ha gustado y mucho. Me ha gustado tanto que voy a hacer mi primera incursión en el mundo de la crítica de cine. Igual es esto lo que se me da bien.

Primero una breve sinopsis. El film trata sobre la vida de un cartero de Manchester venido a menos. La única cosa agradable que le rodea son sus posters de Cantona. Un día fumando algo que no era tabaco se le aparece Cantona, quien a partir de ese momento se convierte en una especie de consejero espiritual de nuestro cartero. Cuyo nombre curiosamente también es Eric. Este es a grandes rasgos el tema de la película. Espero no haber dado demasiada información, y si lo he hecho os pido disculpas.

Como crítico en prácticas lo primero que se me ocurren son dos cosas. Menudo lavado de cara social más bueno se ha dado Cantona con esta película. No sólo ha conseguido alejarse de esa imagen de chulo, sino que también lo ha hecho en el sentido más literal de la frase. Se ha recortado el entrecejo, cosa que en sus apariciones con la camiseta del Manchester no hacía muy a menudo. Quizás el hecho de estar alejado de los medios también lo haya alejado del mundo del fornicio y por ello haya decidido pasarse al metrosexualismo. Pero...¿os fiaríais vosotros de alguien que hizo esto?



Por eso, volviendo a casa he venido dándole vueltas a la cabeza sobre cómo se podría hacer el 'remake' español de esta película. Siendo justo y por darle un toque de originalidad, creo que si esta película se hiciese en España el protagonista debería ser un trabajador de las taquillas de cualquier estación de Renfe. Este cartero, Eric, es bastante antipático y grosero, pero tiene su punto amable, con un taquillero de Renfe eso desaparecería.

Parecería más lógico que este cartero fuera de un club algo más sufridor, yo lo haría fan de un Atlético de Madrid o algo así, pero si Ken Loach (el director) dice que tiene que ser de un grande, pues de un grande. En nuestro 'remake' lo hacemos del Madrid y fuera. Ahora vendría la disyuntiva más difícil de arreglar, habría que buscar un jugador que diera bien en cámara, con carisma, que fuera español, y por último que tuviese una inteligencia cercana a la de los seres superiores. Este hombre es Don Emilio Butragueño.

Yo lo veo mucho más acertado para ese papel de consejero y ángel de la guarda. Alguien que no necesita muchas palabras para decir lo que piensa, guapo, muy español, y con buenos contactos. Tiene a dios de su parte (Florentino Pérez), a nuestro empleado de Renfe nunca le va a faltar de nada...

domingo, 29 de noviembre de 2009

Exfoliarse

Después de escribir la entrada sobre periodismo de moda me entró la necesidad de sacarme más partido, de caminar unas manzanas en dirección hacia la metrosexualidad. Vestir bien y cuidarse es algo básico para encontrar el éxito en la vida, y así que me lo tomé. En una sola tarde hice todas las cosas que no había hecho en años. Me afeité sin cortarme, me pasé los bastoncillos por las orejas, miré los pelos de la nariz e incluso recorté los de las axilas al no disponer un mecanismo mejor.

Cuando pensaba que ya estaba hecho un dandy y que con una ducha sería suficiente para mi trasformación apareció mi compañero de piso Giorddi. ¿Por qué "Giorddi"? Pues porque es italiano y allí es con "G". Como buen italiano, Giorddi es un apasionado de la estética y el diseño. Estuvimos hablando un rato y cuando ya me iba para mi habitación me pegó un grito "Oye... ¡tengo un regalo para ti!" Dice que había ido al chino a comprar y por una compra superior a diez euros te dan a elegir entre varios premios. Joder con los chinos, haciendo promociones ya cual OpenCor. El regalo era un guante de estos de esparto para exfoliarse.

Está claro que para mi era como un ángel caído del cielo, podría suponer el culmen de mi transformación en metrosexual en un hombre fino y distinguido. Aprovechando la ducha, decidí que era el momento de estrenar el "guante de Giorddi". Antes había visto alguno, pero no eran ni por asomo tan profesionales como este. Tenía dos superficies, una suave y de color rosa, dicen los expertos que para enjabonarse, y luego otra, la de esparto que todos conocemos. El uso de esta primera capa fue muy placentero, aunque algo incómodo. Al ser una manopla tienes que ir cambiándotela de mano para llegar a todos los rincones del cuerpo. Una esponja independiente sería más útil, pero si los metrosexuales usan esto, entonces va a misa.

No conocía yo lo de exfoliarse, pero tengo muy claro que el esparto y la piel no hacen buena mezcla. De hecho, ahora creo firmemente en la veracidad de ese refrán que reza "eres más basto que unas bragas de esparto". Exfoliarse es un sinónimo, un eufemismo de pasarse una lija por la piel y si es posible que sea bajo la ducha. ¿por qué todas estas cosas desagradables y dolorosas las recomiendan hacer bajo la ducha o en agua caliente? Para afeitarse, agua caliente, para los niños con fimosis, agua caliente, para destrozarte la piel con esparto... ¡exacto! agua caliente.

Seguro que el verbo "exfoliar" tiene la siguiente etimología. Viene la palabra folio o DinA4, papel liso y regular, perfecto para escribir sobre él por su finura y homogeneidad. "Exfoliar": Acción de destrozar y reventar con esparto todo aquello que antes era más suave, fino y delicado. Es bastante curioso mirarse al espejo después de una buena exfoliación, yo me di sobre todo por el antebrazo, zona donde la piel está más seca. O el espejo me engañaba o esta piel se parecía mucho a la de las alitas de pollo antes de freírlas. Me dolía y encima tenía mal aspecto, esto no puedo hacerlo yo a diario.

Así que he decidido volver a ser como antes. Nada de transformación metrosexual, duele mucho y no sé si iba a servir para algo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

El Viernes Negro

No, no penséis que he tenido que ir a renovarme el DNI esta mañana y por eso es un viernes negro para mi. Aunque en realidad lo desagradable no es hacerse el carnet en sí. Lo peor son las colas, sobre todo si llevas un tiempo sin bajar música nueva al ipod o peor aún, si por error lo has dejado en casa. El otro día se me ocurrió parar en una carnicería, pensé que ya estaba harto de las bandejas de carne que vende Mercadona..."voy a apostar por el pequeño negocio por una vez". Craso error.

La verdad es que no lo tenía planeado, eran las 12 de la mañana y ya iba teniendo cierta hambre. Yo de pequeño era de los que tomaban litro y medio de leche con colacao y media caja de cereales, pero esto cambió de un tiempo a esta parte. Ahora apenas desayuno. Para qué voy a desayunar si luego puedo comerme tres filetes de ternera en vez de dos. En cierto modo, lo que he hecho ha sido refinarme. Pues entré en la carnicería con esa idea, comprar ternera y así poder saciar mis necesidades gastronómicas.

Justo una señora salía cuando yo entraba y no tuve que hacer ni el esfuerzo de abrir la puerta, mira que bien. Había motivos para el optimismo, solo tenía dos señoras delante. La primera de ellas se veía que tenía cierto nivel de confianza con el carnicero, de hecho pagó mediante el método conocido como "apúntamelo y te lo pago a principios de mes". Esta mecánica de transacción económica es como el pago con tarjeta de crédito pero sin contribuir a que Botín compre dos bancos más esa semana. Lo negativo es que un fallo en su ejecución puede dejar al carnicero sin vacaciones.

Solo quedaba una señora... "vamos vamos". Su primer pedido fue cuatro kilos de alitas de pollo. Esto ya es una señal muy mala, muy muy jodida a decir verdad. Cuando lo primero que pide una señora en carnicería es pollo y encima en cantidades industriales, date por jodido. Lo más seguro es que sea de Opus, y tenga tantos hijos como folios le ocupa la lista de la compra:

"Me pones dos kilos de morcilla...uno y medio de chorizo...cinco de pechuga de pollo...un par de paletillas de cordero...setecientos kilos de carne picada... etc etc... y por último medio kilo de solomillo de ternera". ¡Te pillé! ¿Qué pasa? Tu tropa de chiquillos se va de convivencia con los scouts y tu y Paco os vais a dar un homenaje en su ausencia, a los niños también hay que darles ternera, que la carne roja es muy buena para muchas cosas. Dicen que su nivel proteico es el mayor de los posibles y que en determinadas circunstancias previene la impotencia. Mierda, esto debería ponerlo en las bandejas de carne de Mercadona. El mismo mensaje que tiene el tabaco, pero al revés. "La carne de ternera previene la impotencia y mejora el acto sexual" con eso bastaría.

El caso es que ayer fue el famoso "Dia de Acción de Gracias" en EE UU. Una noche en la que se supone que los americanos sacan sus mejores galas, pero luego comen pavo. Mucho mejor el jamón de york o incluso el serrano, pero ellos verán. Y hoy... un día después de dar gracias celebran el llamado "Viernes Negro", el día con mayores rebajas del año y en el que se da el pistoletazo de salida a las compras navideñas. ¿Estará la ternera rebajada hoy en EE UU? Tienen que venderse buenos chuletones allí hoy...

domingo, 22 de noviembre de 2009

Periodismo de Moda

Bueno, antes de meterme en harina con un tema que os va a apasionar, tengo una reflexión a la que acabo de llegar ahora mismo, domingo a las 15:30. Últimamente he alternado mucho por el barrio de Gràcia, cuna del moderneo y vida progre en Barcelona. Para llegar a este barrio que tan de moda está se puede hacer mediante dos paradas de metro. La primera, más centrica es "Fontana", nada que objetar, a este nombre no hay por donde darle una vuelta. La otra es "Joanic", este nombre me lleva de cabeza desde el primer día, me gusta muchísimo.

Recibe esta denominación por la plaza en la que se encuentra enclavada la parada. Joanic puede ser dos o tres cosas etimológicamente hablando. Primero, un señor catalán de madre serbo-bosnia. El padre dijo que Joan y la madre que Milosevic. Al final, ni uno ni otro; Joanic. La otra opción es más cercana a nuestros referentes. Un señor catalán de madre albaceteña. El padre se empeñó en que Joan, la madre no sabía muy bien que responder... pensó en "Juanico", le gustó, y al final Joanic. Que no es otra cosa que Juanico en catalán. Os imagináis... "oye, quedamos donde siempre, en la plaza de Juanico". Tronchante.

Ayer estuve en un cumpleaños y conocí a gente fabulosa, gente que estudia en mi mismo edificio y que ha optado por especializarse en las cosas más variopintas del mundo. Sin embargo hubo una de ellas que me dejó fascinado. No sabía que existía un Master de Periodismo y Comunicación de Moda. Esto no quiere decir que sea un curso del periodismo que está de moda, hoy por el referente es Pedro. J. con su videoblog y esas cosas, no, no es un curso sobre Pedro. J. ¡Es un curso sobre periodismo a pie de pasarela! Obviamente la curiosidad era mucha y tuve que preguntar.

"Tenemos una asignatura sobre historia de la moda, muchísimos siglos para estudiar". Tras semejante afirmación mi mundo se tambaleaba. No puedo creer que en un máster se estudien las tendencias con las que Júdas Iscariote traicionó a Cristo. Júdas vestía una bonita túnica de lino, muy acorde con un evento social de la elegancia y seriedad de la última cena. San Pedro, por el contrario, eligió un tocado de Pertegaz que lo convirtió en el verdadero protagonista de la velada. ¡Es que me imagino un photocall antes de la cena y la agencia de prensa oficial del Imperio Romano ahí tirando fotos!

Esto da para muchísimo. ¿Quién sería el modisto favorito de Carlos II "el hechizado"? o ¿Iba a Intimissimi Isabel II para comprar la lencería de guarrear en palacio? ¿Fue el calzoncillo boxer la prenda íntima oficial del régimen nacional socialista? Ya está bien, no voy a cebarme más. Joder... que me dijo que hicieron una excursión a un centro comercial para ver a un famoso "cazatalentos" (Coolhunter en inglés). Esto es un hombre que se dedica a buscar chicas guapas, intentar cepillarselas y conseguirles un trabajo como modelo. Creo que funciona así.

Y de hacerse Coolhunter, ¿hay Máster de eso?

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Las vajillas en tiempos de crisis

Este post la verdad es que no está para nada dirigido a un público universal. Sería justo lo contrario a las películas de Disney-Pixar, en las que los niños no ven más que dibujos animados y los adultos solo vemos problemas sociales de mayor profundidad. Aterrizar en un piso recién alquilado siempre puede resultar problamático. A quién no le ha pasado que al abrir el armario de la cocina, los platos que le ha dejado el casero le parecen asqueroso. Ni con un lavavajillas industrial me comería yo una fabada Litoral ahí.

Llegado este momento hay que tomar una determinación; hacerse con una vajilla de nuestra total confianza. Para ello he encontrado varias soluciones frente a la situación actual de crisis económica:

1. Nuevo banco, nueva vajilla: Es muy sencillo, te cambias de banco y casi seguro que recibirás una nueva vajilla. Estas vajillas suelen bastante buenas en comparación con mis otras ideas, lo malo es que hay que leer la letra pequeña. Con facilidad nos equivocamos y terminamos con un inútil juego de cacerolas, que no era lo que veníamos buscando. Esta opción tiene alguna laguna, y es que hace falta una nómina para acogerse a estas ofertas. Y debe superar los 700 euros, en mi caso está totalmente descartada.

2. Coca-Cola, Cacaolat y cereales Nestle: Es muy parecido a lo anterior pero sin necesidad de cambiar de banco, ni de disponer de una nómina. Sin embargo hay que estar en el lugar adecuado en el momento justo. Me refiero a las mil y una promociones que salen en productos de uso diario Bébete 100 botellas de litro de Cacaolat, envía las etiquetas y recibe una vajilla completa. Las vajillas son bastante malas, pero resultan muy sorpresivas para las visitas. Viene una chica a tu casa y ve que tienes una vajilla de Cacaolat y lo menos que puede hacer es admirarte.

3. Consumismo creativo: Esta es sin duda mi opción favorita y la que yo recomiendo. Se ajusta perféctamente al desarrollo sostenible y no hace falta aprovecharse de ninguna promoción, siempre está ahí. Quién no ha ido a casa de un amigo y se ha dado cuenta de que todos los vasos eran antiguos envases acristalados de nocilla. Quién no ha ido a un restaurante donde los ceniceros fueron natillas o crema catalana de Avidesa en una vida anterior. Yogures enriquecidos (que son iguales que los que vienen en plástico), la cuajada Danone, casi cualquier cosa es reciclable como vajilla si le damos al coco.

Bueno... y ahora tendré que explicar el por qué de este rarísimo relato. Llevo muchos días muy fastidiado en casa porque no hay platos hondos. Yo no como sopa, pero para las ensaladas son muy útiles. Me desepera intentar darle vueltas después de aliñarla y ver como se me cae la mitad por culpa del plato plano. Ayer fui a Ikea por segunda vez en un mes a acompañar a un amigo y me compré un par de platos hondos...

...como por culpa del perro al entrar a casa todo me huele a caca, también decidí comprarme una vela (olor canela, por cierto). Había tres o cuatro tamaños, pero el más grande me cautivó. Costaba cuatro euros, pero me imaginé ese inmenso recipiente de cristal lleno de leche con colacao y en el fondo me salía barato. Luego me lo imaginé lleno de gintonic y la inversión me pareció una obra maestra de la economía doméstica.

domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Se puede crecer con 24 años?

Yo la verdad es que tengo alguna que otra frustración en la vida. Además de mi completa inutilidad para las dotes musicales, el afeitado y el conjunto de artes plásticas y pictóricas en general, siempre he querido medir 1,80. Hoy cumplo 24 años y la verdad es que sigo sin perder la esperanza, de hecho estoy más esperanzado que nunca con dar ese último estirón de cinco centímetros que me eleve a los 180 centímetros.

Las abuelas, madres y mujeres del entorno familiar siempre son muy optimistas en estos temas. "Ay hijo... nosotras las mujeres, a los 14 años nos quedamos como estamos, pero vosotros no. Tu primo dio el último arreón a los 25...y más con los tiempos que corren ahora, que los hijos sois mucho más altos que los padres." Es un poco como la nota global de la selectividad, de un 7.00 a un 6,98 no hay demasiada diferencia, pero he dejado de ser un estudiante notable y casi brillante para ser uno simple que no es capaz de llegar al 7.

Lo de la selectividad es inamovible, ya no puedo pedir la doble corrección, así que me quedaré con el 6,98, pero lo de crecer yo lo de crecer lo veo más factible. Plantarme la semana que viene en el 1,80 y fichar por el Racing de Santander como tercer o cuarto delantero, así tipo Negredo... y ¿por qué digo esto?

Ha pasado más de la mitad del día de mi cumpleaños y yo llevo desde ayer metido en la cama con 38 de fiebre. Y como hay que quedarse con las cosas buenas de las cosas malas, pues eso estoy intentando. Dicen que con la fiebre se suele crecer, el miércoles me planto en el 1,78 y la semana que viene al Sardinero a sacar a ese equipo de la crisis. Luego hay un detalle que también me es favorable, puestos a enfermar, mucho mejor hacerlo en casa con madre y padre, que en Barcelona con el perro que me despierta cada mañana con un correo certificado en la puerta de mi habitación.

Ya he conseguido la cinta de coser de mi abuela, esas que son amarillas por una cara y blancas por la otra, si, esas. Es de un metro y la verdad es que puede resultar un poco incómodo medirse con eso, pero una idea aproximada sí que me dará. Bueno, a ver si esta tarde mejoro un poco y puedo calcular mi nueva y excelsa estatura.

miércoles, 28 de octubre de 2009

El despertar más hermoso del mundo

Llevo un tiempo pensando sobre ello. ¿Cómo sería el madrugón más agradable del mundo? Últimamente tengo bastante tiempo de ocio entre semana y eso siempre es un problema para madrugar. Aunque la sensación de culpabilidad me corroe cada mañana cuando me despierto más allá del umbral de las 11 de la mañana, el hecho de no tener nada que hacer me atrapa en la cama hasta tarde. Tampoco puedo hacer demasiado, siempre fui de buen dormir.

La verdad es que lo he intentado casi todo, he tratado de ser muy innovador a la hora de madrugar; pongo bastantes alarmas en el móvil, encargo a mi madre que me llame a cierta hora, escondo el móvil debajo de la cama, pongo alarma también en el ordenador, encargo a mi padre que me llame un rato después que mi madre, pongo la alarma del ipod que a su vez está conectado a unos altavoces de 100 vatios por canal... pues casi nunca funciona.

Pero esta mañana ha sido distinto. Son las diez de la mañana y llevo más de media hora despierto. No se si os he contado que en mi nuevo piso hay un cachorro que responde al nombre Rancho. Nombre al que también responde el club de Striptease que hay enfrente de casa, bueno eso otra historia. Rancho tiene apenas dos meses, es un perro bastante cabrón, pero en el fondo es simpático. Y hoy me ha regalado el despertar más hermoso del mundo.

Dios nos dios cinco sentidos por algo. Si hay uno que no funciona del todo bien, pues recurre al otro, esto no lo había pensado hasta esta mañana. Si yo no soy capaz de despertarme ni librándose el ataque a Pearl Harbour debajo de mi cama, será porque mi sentido de la audición no es el más adecuado para madrugar. De esto se ha dado cuenta Rancho, que a eso de las nueve de la mañana ha dejado una mierda como una morcilla de burgos en la puerta de mi habitación.

Aunque yo soy de esos que se juega la vida cada noche durmiendo boca abajo, al poco de expulsar semejante escultura, ese terrible edor se ha instalado en mi cama como propio. He intando dar vueltas, meter la cabeza debajo de la almohada, pero nada... En este caso no ocurre como con la alarma del móvil, que le das a un botón y molesta otra vez a los cinco minutos. El despertador de Rancho es permanente y hasta que no vas a apagarlo no puedes volver a hacer vida normal.

Solo le veo dos problemas. El primero es que no sé muy bien cómo programar a Rancho para que que haga sus deposiciones regularmente frente a mi habitación y aun menos cómo hacerlo para que lo haga a las horas de mi conveniencia. El segundo problema es más humano, al final me terminaré acostumbrando a dormir con ese olor y tendré que abrirle las puertas de mis dependencias para que siga surtiendo ese deseado y desagradable efecto.

jueves, 22 de octubre de 2009

La educación a veces no lleva a ningún sitio

El otro día fui a Ikea. Es curioso esto porque cada año suelo ir a Ikea por la mismas fechas y también cada año suelo comprar lo mismo. Digamos que se ha convertido en mi compra anual de materiales extraescolares, con la salvedad de que tengo 23 años y lo que compro no suele valer para nada académico. Bueno si, siempre me suelo traer unos cuantos lapiceros de esos que te ofrecen en la puerta para que apuntes en qué lugar del almacén se encuentra tu antojo.

Cada año compro un mesa de esas cuadradas (antes 9,99 "ahora hemos bajado el precio 4,99), un edredón (de lo que llaman 'frescos' por no decir barato, 'de mierda' o 'que se le van las plumas a los laterales y no abriga una mierda', antes 19,99, ahora 15,99), un flexo (aquí voy cambiando de modelo según la habitación, este año me ha tocado uno de pinzas para poder leer en la cama). ¡Que aún no sé por qué lo he comprado, si yo no leo! Otro producto muy comprado es la típica papelera de plástico a 1,5o, antes compraba una, ahora me llevo dos y una la uso para la ropa sucia.

Esto me recuerda al dicho eso de que por cada hombre hay siete mujeres. Entonces piensas que algún cabrón debe tener 14... pues esto igual. Si cada año compro lo mismo en Ikea, dónde cojones se han metido esas cosas para al año siguiente tener que volver a comprarlas. Esto de Ikea viene porque ir a comprar al gigante sueco del hogar siempre suena bien. Muebles modernos y baratos, la gente siempre suele decirte "me encanta Ikea, tienen cosas muy chulas". Esto lo dice la gente que no va una vez al año como yo, y siempre a comprar lo mismo.

Lo peor de Ikea no es ir, es volver. Sobre todo cuando no tienes ni coche, ni furgoneta, ni un amigo taxista. Fui bastante previsor y justo después de pagar me comí dos perritos calientes al estilo sueco, tenía que coger fuerzas. De Hospitalet a Plaza España era todo en bus, ahí no había problema. Una vez en la plaza de España (bastante más bonita que la Madrid, por cierto) solté piernas y me lancé a andar. En una bolsa de esas azules conseguí meter una mesa, el edredón, sábanas, dos papeleras, el flexo y alguna cosa más. Tuve que subir ocho manzanas a pie y cargado como si fuera un hombre-burro.

Estaba a cinco metros del portal y vi como una mujer entraba, apreté los dientes y corrí para ahorrarme ese desagradable momento que suponer buscar las llaves. Y lo conseguí, incluso la mujer me llegó a aguantar la puerta abierta. Encaramos el ascensor, había una mujer a punto de subir y también esperó. "Joder, que suerte estoy teniendo, seguro que hay algún compañero de piso entrando o saliendo y tampoco tengo que abrir la puerta de casa".

-¿A qué pisos van, señoras?- Dije primero, para mostrar mi lado más educado.
-Pues yo al segundo y ella al séptimo.- Mierda, pensé. Yo voy al tercero y voy a tener que dejar salir a la que va al segundo, con lo cargado que voy. Se está complicando la cosa.

El ascensor parecía que iba bien, como siempre. En 15 segundos se plantó en el segundo piso. Abrí la puerta e hice el gesto de salir, para que la señora pudiera abandonar el ascensor sin estrecheces. La puerta se abrió bien, pero no resultó estar a la altura del segundo piso. me explico. El ascensor se había quedado unos 25 centímetros por debajo del nivel que debía. Esos 25 centímetros supusieran que me tropezara y me cayera de boca, menos mal que mi bolsa azul hizo de parapeto y evito el siempre molesto golpe de la mandíbula contra el suelo.

- Eso es que has abierto la puerta demasiado pronto.- Me dijo la mujer a la que estaba intentando dejar salir de forma caballerosa. Ni un "qué tal chaval" ni "¿te has reventado la pierna o es solo que me lo parece a mí?... nada de eso. Solo le importaba su ascensor Otis-Zardoya...

- Pero señora... eso tiene un cierre de seguridad, hasta que no se abre del todo la puerta de fuera yo no puedo abrir ésta. Además solo intentaba ser señorial y dejarla salir. La que tendría que haberse dado la hostia es usted que para eso vive en el segundo y además no lleva bolsa gigante de Ikea.

Del segundo al tercero me subí andando. Por seguridad.

domingo, 18 de octubre de 2009

Primeras impresiones de Barcelona/First impressions of BCN

Siempre que llego a una cuidad nueva o desconocida se despierta en mi un espíritu de curiosidad sobre las costumbre de la fauna autóctona. Intento fijarme más en las cosas, y sobre todo, trato de comparar mucho con las anteriores ciudades que he visitado. Mañana cumplo una semana en Barcelona y creo que ya tengo material de sobra para daros una primera valoración de cómo va la cosa. Lo primero que cogí fue el metro...

METRO

Lo primero que llama la atención es el precio. Curiosamente vale 7,70, como en Madrid. ¿Son igual de sinvergüenzas los mandatarios de ambas ciudades pese a pertenecer a distintos partidos? Pues parece que sí. El ticket había que sacarlo, así que metí un billete de diez euros y esperá a que la maquinita hiciera su trabajo. Aquí entra el primer tópico sobre los catalanes. ¿Cómo puede ser, que la máquina te dé antes las vueltas que el propio producto? Yo es la primera vez que lo he visto, y me ha llamado bastante la atención.

EL IDIOMA

-Bona tarda. ¿Qué vols?- Me dijo la dependienta de una panadería en el barrio de Grácia.
-Pues... un croassant, solo eso.- Respondí con brevedad, así como un poco cabizbajo por no hablar nada de catalán.
-Son "sasantasinc sentims".- Bien, bien, no entendí la cantidad exacta, pero sabía que andaba por debajo del euro. Le di un eurete y pensaba que ahí terminaban mis problemas con el idioma.
-Aquí tiene.- Volví a contestar con bastante educación.
-Merci.- Estaba metiendo las vueltas en el monedero y al principio no presté mucha atención a lo que me había dicho. Hice ademán de salir por la puerta, pero el "merci" me chirriaba mucho y me tuve que dar la vuelta.
-¡Pero cómo que Merci! Llevo toda la vida estudiando inglés, en la puñetera erasmus tuve que aprender alemán, toda la gente de Albacete me dice que no voy a entender ni "papa" del catalán... y ahora llega usted, la dependienta de una panadería del centro de Barcelona, ¡Y me habla en francés!-
Aunque parezca que me puse fuerte, nada más allá de la realidad, al final la chica me explicó en un perfecto castellano que el "merci" es un galicismo que se está poniendo de moda en Barcelona. Vamos, que se están afrancesando.

lunes, 12 de octubre de 2009

Mi primer viaje de novios

Había leído que el vuelo Albacete-Barcelona tenía habitualmente un 65% de ocupación. En aviones de 50 plazas esto quiere decir que montan a diario unos 30, siendo generosos. Hoy era el día señalado, el día en el que yo cogía ese avión, el día del Pilar. Pensaba que no seríamos más de 3 ó 4 abordo. Qué clase de inútiles se van a Barcelona un día de fiesta pudiendo irse tranquílamente el día 13.

La otra cosa que había leído es que se trata de un vuelo para gente de negocios que necesita ir y volver en el día a Barcelona. En mi cabeza tenía un avión lleno a rebosar de comerciales y empresarios de la cuchillería. El control del aeropuerto hasta arriba, con la Guardia Civil abriendo sin para maletines con muestras de cuchillos; jamoneros, de sierra, para untar, de pescado, de los que llevan el mango de maderica...

Pues al final, al único al que le han hecho abrir la mochila ha sido a un servidor. Ni industriales de la cuchillería ni nada, a mi. "Disculpe, ¿lleva una 'plaistaisión' o algo así?", eso me ha dicho el operario de seguridad para abrir mi maleta. Llevaba el portátil y el disco duro, no es una 'plaistaisión', pero el hombre no andaba desencaminado. Desde luego que era todo un profesional de lo suyo, pese a no controlar más de quince mochilas al día.

Luego también ha caído en la cuenta de que llevaba un líquido. "¿Esto qué es?"...pues no lo ves, un gel de estos de alcohol para lavarse las manos contra la gripe A. "Esto está muy de moda ahora, además tiene el tamaño reglamentado para volar". Ahí hemos zanjado la discusión, se ha callado y me ha dado la razón.

Con tanto trajín, he sido el último en subir a la aeronave. Incluso la única azafata me ha metido prisa "¡venga! que te quedas en tierra". Una vez dentro del aparato, no he visto más que asientos vacios. Había 14 filas y la gente se encontraba apelotonada en las últimas cuatro. "Bien apretadicos nos han puesto. Igual es que no les funciona la calefacción" he pensado en voz alta mientras me sentaba en el asiento 14D (pasillo).

Conforme hemos despegado y el sueño se apoderaba del pasaje, yo me he ido fijando en las gentes con las que compartía vuelo. Y efectívamente, ningún hombre de negocios: solo 3 señoras, catalanoparlantes de unos 50 años. He pensado que habrían cogido el avión en Albacete porque tendrían familia en Campo de Criptana o incluso en algún pueblo de Cuenca. El resto del vuelo estaba formado por 4 parejas.

Y han hecho muy buenas migas, las cuatro iban a Barcelona para coger el mismo crucero. Barcelona-Genova-Corcega-Cerdeña-Sicilia- y no sé donde más. Las tres señoras de Campo de Criptana iban durmiendo y yo era el único de mi fila que mantenía el tipo. En ese momento una de las parejas se ha dirigido a mi "¿Y tu? Vienes con la familia al cruzero, ¿no?" señalando a las tres criptanenses. "No, no, esta de aquí, la más delgadita es mi novia. El amor, que no entiende de edades. Las otras dos son sus hermanas, no se fían mucho de mí. Están empeñadas de que estoy con ella solo por sus viñas en Campo de Criptana".

Casi hubiese preferido a los cuchilleros.

domingo, 4 de octubre de 2009

¿Dónde dices que te vas?

Que gusto que acabara septiembre. Es uno de esos meses que tradicionalmente resultan desagradables. Creo que he tenido demasiado tiempo libre y por eso se me ha hecho un poco largo de más. El otro día, en un rato de asueto, me puse a frikear y busqué en google "Escozor ingles". Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi que mi blog salía como segunda opción. Y lo peor es que ahora lo estoy escribiendo otra vez, igual adelanto a Word Reference.

Dicen que ver las series y las películas en versión original ayuda muchísimo a la hora de perfeccionar el inglés hablado. Esto la verdad es que está muy bien, pero no sé yo si viendo 'Perdidos', una serie en la que solo hablan de escotillas y números raros se puede aprender mucho inglés. Lo mismo pasaba con 'Prison Break', el lenguaje carcelario me sirvió de poco la última que fui a Londres, pero quién sabe.

Por qué de estos dos párrafos os estaréis preguntando. Ocurre que en una semana me voy a Barcelona a intentar aprender el trabajo de hacedor de guiones de televisión. Cuando se lo cuento a la gente se quedan con una cara un poco rara..."Pero, ¿sabes algo de catalán?. Sabéis que me van a decir "odo, suena interesante", no no. "Uhhh, 'cuidao' con los catalanes que son muy suyos". "Ya verás, por mucho que ponga que el curso es en castellano al final será en Catalán, te lo digo yo".

Y todas estas sandeces me las dicen gentes que no han salido de la provincia de Albacete más que para ir al Ikea de Murcia. Claro, ante tanta advertencia sobra decir que conforme se acerca el día estoy más acojonado. El otro día soñé que estaba haciendo la facturación en el aeropuerto de Albacete y todo estaba en catalán. La chica de mostrador me hablaba en catalán, la megafonía en catalán, los miguelitos del dutty free se habían convertido en butifarras. Lo del dutty free fue obra del subconsciente, en el aeropuerto de Albacete no hay 'na'.

Por cierto, va a ser la primera vez que lo use, aunque el hecho de que solo haya un vuelo al día, el de Barcelona, limita bastante la utilización de este servicio. Volviendo con lo del catalán...joder, yo he vivido en Alemania un año y nadie me dijo jamás nada del alemán y yo me apañé allí sin problemas. Hasta donde yo sé, una persona que no sabe ni alemán ni catalán entiende mejor éste segundo.

Además, yo me acuerdo que de pequeño me encantaba ver las Tortugas Ninja en Canal 9. ¿No venía tan bien lo de ver series en versión original? Pues yo no he escuchado a nadie decirme que llevo una base cojonuda por haber visto el Canal 9 de pequeño. "No, es que el valenciano y el catalán son distintos idiomas". ¡Venga ya!, que no somos idiotas. Y eso que el Canal 9 se veía así como con niebla, por lo que tenía que agudizar el oído para coger la idea principal de las conversaciones. Vamos, yo creo que voy bien preparado ¿no?

domingo, 27 de septiembre de 2009

El final del verano

Con la entrada del otoño todo se oscurece y lo que va mal o regular, aún puede ir peor... siempre. Voy a poner un ejemplo que aunque pueda parecer autobiográfico, no tiene por qué serlo, como dicen los músicos; esto es de libre interpretación, cualquiera que lo lea puede darle el sentido que le salga de las narices.

A la persona del siguiente relato le quedaba solo una asignatura para terminar la carrera, un único examen que resolver en septiembre para terminar sus estudios. Hasta ahí, todo correcto. El proceso habitual de estudio y preparación de asignaturas optativas. Con el examen una vez hecho, todo parecía en orden, suficiente para aprobar. Todo era felicidad y alegría en ese impás de espera que este individuo sufrió hasta que la nota apareciera publicada.

El impás se terminó con una llamada telefónica. "Oye, que te han cargado Información Medioambiental, igual que a mi. La revisión es el miércoles". En ese momento todo se torna negro oscuro y se empieza a ver la botella medio vacía, de hecho no se ve ni la botella. Este energúmeno estaba convencido de que el examen estaba aprobado, por ello, no duda en sacarse un billete a Madrid para vérselas cara a cara con el profesor.

En la capital del reino duerme en casa de unos familiares. Le dan de cenar de maravilla, encima el Barça, su equipo, le mete una paliza al Racing, las cosas van sobre ruedas, pero esa noche todo iba a cambiar. Y es que un pequeño detalle puede fastidiarlo todo. A uno de esos familiares se le olvidó apagar la luz de la habitación donde dormiría nuestro protagonista. Éste se arropó y se dispuso a dormir.

Con la ventana entreabierta y tapado hasta los ojos, todos los mosquitos de Madrid y ciudades dormitorio adyacentes se pasaron por aquella habitación esa noche. El estudiante que iba a revisar su examen se convirtió en un buffet libre para los insectos del barrio del aeropuerto. Pasó de largo una de las peores noches de su vida, se despertó con más de 15 picaduras. Y es que dormir en calzoncillos protege mucho menos que un buen pijama.

Al día siguiente y bajo los efectos del café dedicó el día entero a pasear por Madrid mientras preparaba el alegato para la revisión. Por qué en España tenemos la manía de poner los monumentos y cosas de interés dentro de las rotondas de tráfico. ¿Os imanáis la Torre Eiffel en una rotonda en plena Castellana? Para qué acceder a los monumentos a pie, si se pueden ver desde el coche...

La revisión fue una ruina, el examen estaba bastante mal corregido, pero con un 3,25 no se puede ni intentar dar pena. El profesor manejó la situación en todo momento y el estudiante no tuvo nada que hacer. Del tirón y con un enfado bastante visible, se marchó a Chamartín a por un billete de salida inmediata. En la cola, un señor posó su barriga sobre la espalda del estudiante suspendido, incluso llegó a sentir el airecillo sobrante de su respirar sobre su cuello, otra de esas sensaciones muy desagradables.

Los operarios de Renfe se confundieron con la composición del tren. Salió con más de una hora de retraso. Parte de ese retraso lo recuperó en ruta, llego a casa 57 minutos tarde, tres menos máximo fijado para que le devolvieran el importe total del billete. Nada le salía bien al pobre estudiante. Al llegar a casa recordó que estaba solo. En la cocina había una nota de su madre: "acuérdate de que mañana te sacan la muela del juicio, a las nueve y cuarto tienes que estar en el dentista".

Pues eso, fin del verano. Ni veranillo del membrillo, ni verano de San Miguel ni nada de nada.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Hay cosas que no soy capaz de entender...

La feria de Albacete me ha brindado una fantástica ocasión para estudiar las costumbres de las gentes. Principalmente las gentes de aquí, de Cuenca y de la Comunidad Valenciana, que son las que en mayor medida se dejan caer por estos lares. Los refranes, los refranes son la leche. Nunca he sabido por qué al refranero nunca se le ha otorgado un Premio Cervantes o incluso un Príncipe de Asturias, el hecho de que sea anónimo no le debe privar de esos beneficios. Si luego se lo dan a Carl Lewis y es incapaz de venir...pues anónimo tampoco va a recogerlo, estamos en las mismas.

Mucho mejor que un refrán clásico es un refrán traducido a las costumbres de la zona. Me explico con un ejemplo que espero aclare la situación. Yo hasta el momento había escuchado "Hasta el rabo, todo es toro" o "No vendas la piel del oso antes de cazarlo", por lo que aprendí en bachillerato, creo que la idea principal es la misma. El otro día, aparece un individuo por mi izquierda en la feria, y voceando le dice al de al lado "Ehhh...no te anticipes, que hasta segar 'toes' hierba". Sobra decir que me aquello me maravilló.

Otra buena muestra es el ya clásico de "Tendrá que ver el tocino con la velocidad" o "lo de no mezclar las churras con las merinas"...aquí no tengo tan claro que ambos tengan la misma intención, pero vamos, que tenía que poner dos ejemplo y no se me ocurre nada mejor. Ahora el autóctono, lo escuché hace ya años y por ello quizá ha tenido algo más de difusión; "qué tendrán que ver los cojones 'pa' comer trigo".

Visto lo visto llego a un par de conclusiones. Para una buena reelaboración manchega de un refrán, el componente rural es básico. Hay que meter algún cereal u objeto relacionado con el campo. Esto se ve muy bien en el piropo "Estás más bonica que un remolque recién 'pintao'". La segunda observación tiene que ver más con su correcta aplicación. En ferias o verbenas puedes hacer uso de ello, pero de ningún modo son efectivos en una noche de sábado. Me imagino la cara que puede poner una fina chica del Barrio Salamanca después de escuchar semejantes improperios...

Y sí, hay cosas que no entiendo. En cualquier feria que se precie se dan mucho las comidas de empresa. Esas charlotadas en las que uno de los trabajadores de menor rango sustituye al jefe, para erigirse en líder de la manada en lo que dure el bombardeo al estómago. Este personaje, sabio y bufón, elige un sitio, lleva la voz cantante y es el encargado de pedir la comida ante el bullicio de la feria.

-¡¡Niceto!! Ponnos tres de guarra, dos de jamón serrano y otros tres mixtos de chorizo y morcilla. Espera, espera...¡va!, sácanos también un par de rabo frito y otras dos de oreja. Ahora si eso te pedimos más.- El hombre que le atiende es cuñado de su cuñado y electricista de profesión. En feria deja la electricidad para ocuparse de su puesto con el que se saca un pasta bárbara.

Cuando Niceto ya ha hecho el favor de colar al cuñado de su cuñado, sabio y bufón, pagan la cuenta y toda deuda queda saldada.

No entiendo cómo puede haber alguien tan sumamente idiota para volver a la barra y decirle a Niceto que si tiene Coca-Cola Light. ¿No te has dado cuenta del festival de colesterol del que estás siendo participe? Puedes beberte una garrafa de aceite de oliva que va a ser lo más ligero que te eches a la boca en esta comida. No me vengas con gilipolleces de Coca-Cola Light...

viernes, 28 de agosto de 2009

¿Qué me diferencia a mí de Roger Federer?

"Alfonso no va a hacer nada en el Barça, salvo que se haya estado reservando para esta oportunidad, cosa que yo vería muy mal". Esta fue la primera reacción de mi abuelo cuando hace unos años Joan Gaspart anunció el fichaje de Alfonso. La verdad es que no viene a cuento, pero de alguna forma tenía que introducir a mi abuelo en el texto. Mi abuelo tiene hoy 87 años y para mí, una de sus mayores hazañas en la vida es haber comenzado a afeitarse a los 25 años.

Como sabéis, el afeitado es una cosa que me atormenta, apenas me deja dormir. De sus seis nietos, descontemos a mi prima por motivos obvios, creo estar seguro de que yo soy el que más me parezco a él en cuanto a vello facial se refiere. Con el paso de los años todos somos más altos, más guapos, más sanos, más fuertes, pero también nos tenemos que afeitar por primera vez antes. En mi caso fue a los 16 años. Al contrario que con otras cosas de la vida, perder la virginidad facial es un momento glorioso. Casi no hay pelo y es casi imposible cortarse. Incluso, con un poco de suerte te puede supervisar tu padre...algo impensable con otras primeras veces.

El otro día iba con mi madre por el ultramoderno Corte Inglés de Albacete y pensé que era el momento de hacer un importante desembolso en cuchillas de afeitar. La oferta era magnánima y no lo tenía nada claro hasta que vi la reluciente y suave tez de Roger Federer en la caja de la maquinilla. Al abril la cuchilla, lo primero que pensé fue en que me había equivocado y había comprado un Mclaren-Mercedes de Fórmula 1 a escala 1:35. La cuchilla era plateada, con alerones por todos los rincones. No me lo podía creer, "esto me va a dejar la cara como un bebé".

Me duché con agua hirviendo para abrir los poros, salí sudando como si de una sauna se tratara, me metí dentro del albornoz y me lancé a estrenar la cuchilla. Cinco minutos después tenía la cara hecha un cristo. "!!Me cago en ros!! Nunca he visto a Federer ganar un torneo con trocitos de papel pegados a la cara para frenar las incipientes microhemorragias" Me habían vuelto a estafar, ¿ahora entendéis porqué tengo tanto miedo a afeitarme?

Era una noche de sábado y no permití que mi incidente con el McLaren F1 a escala me fastidiara los planes. Me forré el mentón y la cara de papel higiénico mojado y me fui a la calle. Con tanto papel parecía que llevaba un turbante, así tipo...Arafat... Como el alcohol dicen que cura, me dispuse y comencé a hacer un pequeño botellón con unos amigos. Fue el mejor rato de la noche, el único momento en el que no me dieron ganas de irme a Suiza y coger a Roger Federer del pescuezo en busca de una explicación. "¡Por qué, por qué si tu y yo usamos el mismo material, tu tienes ese cutis y yo esta mierda, que parece que me afeito con una cosechadora John Deere!"

La oscuridad de las discotecas me va a beneficiar, nadie se va a dar cuenta de mi falta de pericia con el afeitado, pensé de forma muy equivocada. Se acercó el momento de pedir un refrigerio y me dirigí a la barra con mi hermano y un amigo suyo.

- Buenas. Me pones tres cervezas, que no sean ni Budweiser de esas americanas ni Estrella de Levante, que la cerveza de Murcia tampoco me sienta bien.- Le comenté a la camarera con unas formas modélicas dentro de la pedanteria cervecil.

- Uhmmm... ellos dos no, pero tu me vas a tener que enseñar el DNI. Últimamente hay muchos secretas por aquí y tu pareces muy joven. ¿Te has afeitado hoy por primera vez?.- Me respondió con mucha seriedad, aunque de forma educada.

- Toma mi DNI, pero no mires mucho la foto, que tengo aún peor cara que hoy. Ahh... y quítame la cerveza y ponme un Gin Tonic, que llevo una noche un poco rara...-

domingo, 23 de agosto de 2009

Teorías anormales

Muchas veces me he planteado que qué ventajas podría tener vivir en la Edad Media. Ya sé que como dilema moral o duda existencial deja bastante que desear, pero lo he pensado a veces y punto. Llamadme raro o lo que queráis. La primer ventaja que conseguí sacarle a la vida en tan ancestral tiempo tiene que ver con la medicina. No me refiero a los cuidados médicos sino al estado psicológico del paciente.

Hoy en día te pones malo y a la mínima estás en urgencias, hay mil pruebas para todo y no hay dolencia que no se pueda diagnosticar o conocer. Eso a mi me resulta estomagante, vale que al final te curan, pero cansa un poco. Sin embargo en la Edad Media te podría empezar a doler el estómago, tener una úlcera y tener que apechugar con el dolor para siempre. Dice mi hermano que esa época lo que había era entendidos. Un entendido en medicina te puede dar una idea de lo que tienes, pero ni te receta, ni te cura, ni nada de nada. "Sé lo que le ocurre, pero aún no se han inventado las gastroscopias, esto no se puede tratar de momento". Eso como mucho.

La segunda ventaja tiene que ver eso, los inventos. Ahora está todo inventado, es dificilísimo ser un genio. Newton, Copernico y toda esa gentuza no descubrió una mierda, simplemente pusieron por escrito cosas que son de perogrullo. Para que necesito yo saber que las manzanas tienden a caer. Se caen y punto, porque se tiene que caer. Pero el hecho de saberlo en sí a mi no me reporta ningún placer.

Por eso llevo un tiempo tratando de inventar teorías que hagan la vida algo más cómoda a la humanidad. La mayoría de ellas, además de falsas, no están comprobadas. La primera de ellas es sobre la resaca y ya he tratado de darle cierta divulgación en mis círculos de confianza. Ahí va. Creo que cuando te acuestas borracho hay que dormir sin almohada, de ese modo no hay resaca al día siguiente. La he probado millones de veces y no funciona, pero la penicilina no se descubrió a la primera, me imagino que algún día funcionará.

La segunda teoría es algo más personal y subjetiva. A lo largo de muchos años de hacer deporte en los mejores torneos municipales, me he dado cuenta de una cosa. Se rinde muchísimo más, a nivel deportivo, cuando tienes un poquito de ganas de hacer de vientre. Me refiero a esa fase en la que el perrete empieza a asomar el hocico. No se si será por la presión que eso ejerce o por qué, pero yo juego al fútbol como los ángeles cuando tengo un poco de ganas de deponer.

Esta teoría tiene un problema añadido que va en función del tránsito digestivo de cada uno. Resulta muy dificil calcular y medir para que justo a la hora del partido te entren ganas de defecar. Esto le da algo de encanto, el jugar bien o mal al fútbol está en manos del destino, la suerte y los alimentos que hayas ingerido para comer.

Tengo más teorías, pero estas dos me parecen de las más interesantes.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Esos pequeños momentos que te alegran la vida

Llevo un par de días sin saber sobre qué escribir. Los mismos días que llevo en casa casi sin salir y sin pizca de gana de estudiar. En Albacete ahora mismo no hay quien pare, las temperaturas no bajan de 35 grados y me da pereza hasta bañarme en la piscina. Mirando el termómetro, rápidamente se me ha venido a la cabeza la palabra Thermomix. Esa fantástica máquina que todo lo hace bien, todo un lujo de nuestro tiempo.

Un día, el de antes de partir para Londres, me pasé toda la tarde mirando semejante obra de arte de la ingeniería industrial y pensando si en algún momento de mi vida tendré la mía propia. Ahora mismo soy un individuo que está a falta de dos asignaturas para terminar su carrera. Esto es lo único bueno, porque después de la carrera no hay nada aparentemente. Nada de empleo, quiero decir.

Entre pensamiento y pensamiento seguía mirando la Thermomix. Mi madre no paraba de pasar por en medio, negándome el acceso ocular al preciado objeto. En su defensa hay que decir que entorpecía mi campo visual porque estaba haciendo la comida para mañana. De ahí que tuviera que usar la Thermomix. Creo que ese aparato puede hacer de todo; pasta, pizzas, bizcochos, batidos de chocolate (única disciplina que personalmente domino), guisos varios, cocidos e incluso macedonia de frutas.

Conforme seguía admirando la majestuosidad del robot de cocina escuché un ruido por las escaleras. Una persona bajaba con un trotar bastante pesado. Se abrió paso por la cocina con una maleta de cabina y abrió el frigorífico para beberse un trago de horchata de Mercadona. Ahora trae un brik decorado así como simulando unos azulejos valencianos, muy chulo, la verdad. "¿Habéis pesado vuestras maletas? Aquí traigo la mía, solo me falta pesarla" espetó este personaje.

Pensé que debería ir al baño en busca de una báscula preparada para ello. Pues no. Sin dar tiempo a los demás allí presentes, tiró de biceps, levantó su maleta y la puso sobre la Thermomix. A continuación encendió el modo "weight calculator" y buscó con ansias el marcador digital. Obviamente yo me estaba descojonando, aquello me parecía hilarante, que idea más estupida y a la vez más brillante.

En el marcador digital de la Thermomix nunca salieron números, se encendieron muchas luces, pero ninguna de ellas fue un número. "Pufff, que follón, creo que me he pasado de los diez kilos que Ryanair pone de máximo, voy a quitar un par de jerseys y vuelvo a bajar", terminó diciendo.

martes, 18 de agosto de 2009

El típico escozor inglés

Desde hace un tiempo pienso que el pre-turismo es mucho mejor que el viaje en si. Acabo de llegar de Londres y haciendo una rápida reflexión, creo que me lo pasé mucho mejor preparando el viaje, que durante la estancia en Londres propiamente dicha. La ciudad es cojonuda, hay un montón de ambiente, edificios muy bonitos y muy buena cerveza. Esas son las cosas buenas, que son principalmente los atractivos de toda ciudad europea medianamente apañada.

Pero, y de las desventajas, nadie habla nunca de las desventajas. En las revistas de coches siempre hay un recuadrito con lo mejor y lo peor de cada bólido. Que si en mojado no chuta bien, que si el volante es de ‘plesiglas’ y no transpira una mierda cuando te sudan las manos en verano…un sinfín de cosas. En cambio, en las revistas de viajes todos los destinos son la hostia; que si Cuenca tiene un huevo de encanto, que si Murcia ha crecido mucho…¡¡anda ya!!

Yo soy un vanguardista en toda regla y voy a regalaros una rápida visión de lo peor de Londres. Si queréis la visión completa hay que pagar, vamos que es una demo de prueba, si os gusta hay que soltar las perras. De eso va el primer inconveniente; la Libra. Antes de salir para Londres, un buen turista ha de cambiar sus cuartos, las comisiones allí pueden ser mortales. Voy a Bankinter con 500 euros y me vuelvo con 400 Libras. Ya sé que son divisas, pero mal empezamos. A mi me gusta más el Florindo húngaro, que vas con 500 euros y te los convierten en cinco millones de Florindos, eso me hacía sentir una persona con poder.

Efectivamente, al llegar allí, no solo tienes menos Libras, sino que además las cosas son más caras, mal negocio. Seguimos con el dinero. Voy a un restaurante, como medio bien, me traen la cuenta. Es caro pero aguanto, puede ser asumible. Pues resulta que en la parte inferior del ticket, un gracioso se ha ocupado de escribir lo siguiente:

12% Service Taxes.
Total Price: Lo de antes más cinco Libras.

Al preguntar, me responden con que es una costumbre de allí, obligatoria, por supuesto.

No me considero para nada una persona tacaña, así que, se acabaron las excusas del dinero. Voy empezar a poner argumentos serios sobre la mesa. Se trata de algo que solo afecta a los hombres. Sin embargo, de este problema nunca se hacen anuncios del tipo “sufrir en silencio”, tan típicos de las almorranas y de los periodos femeninos. No sé si es que solo ocurre en las ciudades grandes, pero en mis últimas visitas a Berlín, Roma y Londres, si que me ha ocurrido.

Hablo del escozor, del escozor de ingles (que no inglés como reza el título, hay que ver lo que cambia las cosas un insignificante acento) y zonas púbicas en particular. Todo el verano sin hacer nada y que de repente te pegues todo el día pateando estas grandes ciudades, no debe ser bueno. Esa zona de la piel es muy sensible, si encima la sometes a un rozamiento tan grande durante tantas horas, pues el resultado es muy doloroso.

Ahora vienen las posibles soluciones. La primera es para cortar el problema de raiz y radica en cambiar las calzadas de toda Europa. Que manía tiene con dejar la acera con las típicas “piedrecicas” del siglo XVIII, también llamado pavés. Esta superficie no es nada buena para una buena caminata, te destroza la planta del pie y aumenta el rozamiento público. Y no solo las aceras del siglo XVIII. Luego va el ‘tontarra’ de Norman Foster y hace una pasarela con un suelo así como si fuera un rayador de queso gigante, incomodísimo también.

El otro remedio es más bien terapéutico. Yo, como profesional de la materia, recomiendo la Nivea Creme. Unas buenas y generosas refriegas en las zonas afectas alivian mucho el dolor. Lo peor; que mancha mucho los calzoncillos y que requiere de un mantenimiento bastante exhaustivo. Hay que echarse tres o cuatro veces al día. No os preocupéis, el British Museum, los Starbucks y la Torre de Londres tienen unos baños muy limpios.

Creo que al final me he desviado un poco de mi idea original. Bueno, que Londres está muy bien y con Ryanair no cuesta ‘na’ irse allí un fin de semana.

jueves, 13 de agosto de 2009

Los grandes inconvenientes del cine 3D…

La verdad es que no recuerdo ni un solo momento de mi vida sin tener que depender de las gafas. En primero de E.G.B., un compañero muy borde, que ahora mismo es un veinteañero gordo, me cerró con una puerta en los morros y me rompió las gafas. Dos semanas después y con una montura totalmente nueva, otro compañero me pegó un balonazo y otra vez a la óptica.

A los cinco años, haciendo el tonto en la orilla del río Júcar, me caí y mi padre tuvo que saltar a por mi cual Mitch Bucannan. La corriente me arrastró 40 metros, la única prenda que no se me mojó fueron las gafas. Desde los cuatro años de vida en lo primero que pienso por las mañanas es en palpar la mesilla, encontrar las gafas y posteriormente ponérmelas.

Hace un par de meses instalaron en unos cines de Albacete la tecnología 3D. Como aquí tampoco hay demasiado que hacer en verano, la dichosa sala 11 de los multicines Yelmo se ha convertido en la comidilla de la ciudad. Que si es la tecnología del futuro, que si la imagen mejora muchísimo, que si parece le puedes tocar la cabeza a Denzel Washington… vamos, que al final he tenido que pasarme por allí.

Lo primero en lo que se nota el cambio es en el precio, nueve euros y llevando el carnet joven. Ya tenía la entrada en mi poder y he pensado, “mira que si es verdad y puedo tocarle la cabeza a Denzel”. Pero el señor Washington no salía, justo antes de entrar me han comentado los amigos que íbamos a ver una película de Pixar, “Up”. Tocarle la cabeza a un dibujo animado ya no me motiva tanto, así que, he entrado de malas en la sala 11.

Casi 20 años de mi vida esperando el momento, probándome cada nueva lentilla que salía al mercado para ver si me iban bien. Y ahora que lo he conseguido, pago nueve euros para ver cine en una calidad estratosférica y lo primero que me dan al entrar son unas gafas. Vaya mierda de vanguardia cinematográfica, si es que todas las modas vuelven.

Luego, es una guarrada. Con las gafas, utilizadas previamente por uno de esos señores que sudan a mares por la frente, te adjuntan una de esas toallitas que se usan para después de comer gambas. La única diferencia es que en el envoltorio no dice nada de “olor limón”, sino que te ofrecen un euro de descuento en palomitas. La verdad es que la suciedad del centro de la lente ha saltado con bastante facilidad, pero la mierdecilla de los rincones resultaba inaccesible.

Más tarde se han apagado las luces de la sala y un fotograma nos ha invitado a utilizar las gafas. La primera sensación es de oscuridad, aunque a decir verdad, si se nota todo algo más nítido. La segunda es de incomodidad, podrían habernos dado unas de esas de papel, de las que regalaban con el “Quo” y esas revistas para que las comprara alguien.

Cómo pesan las muy jodidas. Esa es otra. Llevo toda la santa vida viendo en los espejos de mi casa la evolución del caballete de mi nariz debido al uso de las gafas, y ahora me ponen unas de medio kilo para ver una peli. Si esto es el futuro y de aquí a diez años van a ser necesarias para ver cualquier clase de cine… no quiero imaginarme las narices de Ibrahimovic, la princesa Letizia y Rossi de Palma dentro de 20 años. Van a parecer tucanes.

miércoles, 12 de agosto de 2009

El misterio de las lentes de contacto…

Vamos con otra experiencia de verano, de esas tan raras que a veces me pasan. Aunque esto también podría ir dentro del apartado de ‘Medicina Popular”. Un día, jugando unos partidos a la play con un amigo, se nos alargó la tarde. A este amigo bien le podría haber entrado hambre, sed, sueño, pero no… su problema fue que se le salió la lentilla izquierda. Algo mucho peor que todas las adversidades anteriormente mencionadas.

Estábamos en casa de un tercero y los útiles necesarios para devolver la lente a sitio brillaban por su ausencia. Yo estaba jodido pensando que se habían acabado los partidos. Sin embargo, este amigo, muy dado a sorprender, abrió el tarro de las esencias y me alumbró con un remedio tan casero como insalubre.

“Mira Juan, con agua, la lentilla no entra en la vida”. Acto seguido se metió el mínimo plástico con forma circular en la boca y empezó a paladear. Después, con total normalidad y sin necesidad de espejo colocó la lentilla en su correspondiente cornea, “Yo creo que me voy a coger al Málaga”. Yo suelo guarrear mucho con las lentillas, pero jamás había visto algo así. No le observé ni un guiño raro, ni un mal gesto. El remedio debe funcionar, pensé en mi interior.

He de decir que nunca se me pasó por la cabeza poner en práctica semejante guarrada. Por suerte, siempre que se había salido una lentilla había sido en casa. Siempre, hasta el verano pasado. Estaba echando unas cervezas con los amigos, cuando empecé a notar el ojo algo seco. Me empecé a frotar ese ojo, la incomodidad era cada vez mayor y al final la lente terminó perdiendo su lugar.

Estaba desesperado, volver a casa supondría perderme lo mejor de la noche. Por otro lado, seguir con una sola lentilla me aseguraría un mareo importante, al que habría que sumar el producido por las cervezas. Tenía que hacer algo. Era mi último recurso, pero no quedaba otra… la lentilla a la boca. De camino al baño la fui enjuagando y bañando en mis fluidos salivales.

Una vez en el aseo, tuve la suerte de que no había nadie. Además, en este caso la señalización era bastante clara y entre en el servicio correcto. Me ayudé en el espejo y sin aparentes problemas reintroduje la lente en el lugar que nunca debió abandonar.

La primera sensación se asemejó bastante a cuando te ponen Reflex en un muslo o en un codo después de un golpe, salvo porque en este caso esa frescura la tenía en el ojo. Poco a poco, esa reacción se fue tornando en un agudo frescor, casi en un leve escozor. “Por qué pasará esto”, Manolo nunca me habló de estos efectos cuando me explico en qué consistía el remedio.

Al rato y ya sentado con mis amigos, me di cuenta de que minutos antes de bañar la lente en mi boca, me había comido media caja de caramelos Ricola. Sabor hierbas suizas, para ser más exactos.

lunes, 10 de agosto de 2009

Qué cosas más raras pasan ahora en verano...

El verano es una época muy singular, sobre todo si pasas la mayoría del tiempo en Albacete y sin nada que hacer, aparentemente. Podéis pensar que es el hecho de no hacer prácticas lo que me tiene tan agitado este verano, pero no. Lo mismo me ocurrió en las anteriores temporadas estivales en las que sí trabajé. Siempre me han pasado cosas un poco extravagantes en estas fechas, pero ahora que mi colección es grande, voy a comentaros algunas del ellas.

En Julio de 2007 empecé a hacer prácticas en Madrid. Mis tres compañeros de piso, a cual más vividor, se fueron a sus respectivas casas y por supuesto, se llevaron consigo sus respectivas llaves del inmueble. Mi vivienda, en régimen de alquiler, se encontraba en una de esas fincas madrileñas que lejos de ser baratas habían vivido sus mejores tiempos 30 ó 40 años atrás. Vamos, que no disponía de portero electrónico. En cambio, sí disponía del portero que le instalaron durante su construcción, Juan Miguel.

Como buen piso de estudiantes, nuestro horario de visitas era algo nocturno, fuera del horario de Juanmi. Al ser un piso exterior y nosotros unos jóvenes ingeniosos, cada vez que venía alguien, metíamos las llaves en un calcetín a medio usar, que tiene más rozamiento con el aire y lo lanzábamos fachada abajo. El problema vino cuando una ventosa tarde de agosto recibí la visita de un amigo. Conocedor de que tenía el viento en contra, traté de darle un poco de parábola al calcetín y en principio el lanzamiento parecía exitoso. Debío ser la corriente en chorro (jet stream), que se apareció en plena tarde de Argüelles, porque las llaves se metieron en la terraza del segundo.

"En el 2ºB viven una pareja de jubilados que se pegan todo el verano en La Manga del Mar Menor", me respondió Juanmi. En fin, no hay mal que por bien no venga, ni problema que no te solucione un Mercadona. Todas las viviendas tenían puerta de servicio. Gracias a la llave que me dio Juanmi, pude abrir el portal sin ningún problema. En cuanto a mi casa, dejaba la puerta de servicio entornada y con un carro del Mercadona de abajo haciendo de tope, por si se levantaba alguna corriente. Después de lo que me había pasado con el calcetín, no podía permitirme que encima me entraran a robar. Había aprendido la lección.