viernes, 20 de junio de 2008

Día -45. Si Mahoma no va a la montaña...

Pufff, hace muchísimo calor en Leipzig. No sé si habeis ido alguna vez a Murcia en verano, pues es parecido. Cuando te bajas del autobus en Murcia notas como la camiseta se te adhiere al cuerpo como los chicles en las aceras, por eso no me gusta mucho Murcia. Bueno, por eso y por otras muchas cosas más, soy de Albacete y me tiene que disgustar Murcia, eso es así. También soy yo de prejuicio fácil, a mí no me hace falta comer sardinas para beber agua.

Mañana viene la familia para Leipzig y estoy aqui tumbado en la cama, algo nerviosete. Más que nada porque tengo que ir a Berlin a recogerlos y conociendome como me conozco soy muy capaz de perder el trén. Y si con la familia empiezas dando la de arena, malo, muy malo. Y lo que mal empieza, peor acaba. Por lo pronto me he puesto el despertador a eso de las 7.30 de la mañana, el tren sale a las 9.26 pero tengo que elegir el vestuario a conciencia (las madres son muy suyas para esas cosas y más para cuando llevan tantos meses sin ver a un hijo). Veremos como me despierto mañana.

Va a ser esta una semana muy de emociones fuertes. Desde mañana hasta el martes me toca enseñar a la familia lo más bello de la antigua RDA (Dresde y Leipzig). Lo de lo más bello lo digo yo, a la mayoría de la gente estas ciudades les parecen cutres. Tienen el puntillo ese socialista que no suele gustar a las madres, pero bueno... también es verdad que a las madres con ver a sus hijos hasta Manchester les puede parecer precioso.

El martes se irán, espero que después de haberlo gozado una cosa bárbara. Y el jueves casi sin tiempo para descansar ire a Madrid con la sana intención de graduarme. Con lo de graduarme quiero decir que ire al acto ese tan bonito y luego me bebere un par de chatos de vino. En ningún momento significa que termine mis estudios, ni muchísimo menos. Pues eso... me aburría un montón, hace un calor "murcianico" de la leche y así no hay quien duerma. Y como los otros trucos para dormir requieren de una actividad intelectual mayor, pues he decidido escribir esta cosita. Hasta la próxima, quizás desde la capital del imperio.

sábado, 14 de junio de 2008

Día -50. Mi primera vez.

Obviamente en un blog que lee mi madre no voy a hablar de la primera vez que le di a la "pistolica" un segundo uso. Y aunqué así lo hiciera, la descripción sería horrible porqué si de la última no me acuerdo muy bien, como para contar la primera. Hablo de la opera, de mi primera vez en la opera. ¿Y que coño hace este en la opera? os estareis preguntando, pues os lo voy a explicar. Es la historia de una cagada detrás de otra pero bueno, los suicidios sociales no matan, eso es lo bueno.

En unos días vienen mis padres y mis tios. Yó, con la intención de agradar y tratar de enseñarles el pequeño Paris de la mejor de las maneras pense en la opera como una buena actividad. Ciudad de Bach, ciudad de la música, era buena opción. Yo, gandúl como yo solo saqué las entradas por internet con la mala suerte de que la maquinita se equivocara. Me ví con cinco entradas para "El rapto del Serrallo" de Mozart el seis de junio. Intenté cambiarlas o devolverlas con resultado negativo. Traté de revenderlas y nada.

Menos mal que soy algo cutre y saqué las más baratas. Ante esa tesitura pensé que lo mejor sería ir a la opera, era la única manera según la cual no habria derrochado todo el dinero. Con ese panorama me planté en la opera de Leipzig media hora antes del inicio con la sana intencion de revenderlas, pero claro... no toreaba José Tomás, así que me las comí con patatas. Al entrar a la opera descubrí el ¿por que? del bajo éxito de la reventa.

El ambiente era algo extraño, todo el mundo vestía con sus mejores galas y yo iba con unos vaqueros roidos (los segundos más roídos, los del accidente de bici no son muy procedentes para la opera). Eso sí, para el gusto de mi madre, he de decir que me puse un polo, que cuando hay que vestir bien, se viste bien. El aforo no superaba el 25%, intentamos colarnos en la platea, pero nos cerraron con la puerta en las narices. Tal y como rezaba nuestra entrada: "¡¡Al gallinero!!"

Durante las 2 horas de obra tuve tiempo para todo, principalmente dediqué mucho tiempo a observar al píblico. En el gallinero todo eran abuelos que dormían como una cesta de gaticos al lado de una estufa, también había un grupillo de cuarentones snobs. Cada cierto rato nos miraban como diciendo "vaya gentuzo viene a la Opera", cada vez que me miraba me daban ganas de partirle la cara, pero lo piensas friamente y te apiadas de él. Pobre infeliz, se ha puesto su mejor traje para venir a una opera de serie b y encima en el gallienero.

En la platea no sé lo que había, me imagino que gente de bien. En cuanto a la opera, estuvo bien, le sobro media horita pero estuvo bien. Lo mejor fue sin duda cuando un caballo entro en el escenario. Empecé a dar palmas bajo la atenta mirada del snob anterioremente criticado.

P.D. Esto ocurrío antes del accidente. Es como cuando los artistas descartan algunas canciones para un disco y meses después las publican porque no tienen nada mejor, pues aquí igual.

miércoles, 11 de junio de 2008

Día -51. Los rusos y las vías del tranvia.

Buenas noches. Son las 2.30 de la madrugada y acaba de terminar un día que se las trae. Como dice mi hermano, "hoy es uno de esos días que desde que abres el ojo, sabes que todo va a ir mal", y así ha sido. He puesto el despertador a las 9.00, lo he ido apagando y encendiendo hasta las 10:20, a toda leche me he duchado y a las 11.15 en clase. Una vez allí el profesor me ha preguntado sobre la Constitución Española y los cambios que tuvo que hacer para acoger el Tratado de Maastrich. Imaginaos mi cara, todo un poema. Me he explicado como he podido y he salido del paso.

En el comedor universitario hay menú especial Eurocopa. La paella llevaba curry (algo muy típico del medio levante español), el plato sueco tenía una pinta horrible y además era pescado, y el plato ruso... pues eso, era ruso y no me atrae mucho su gastronomía. Así que me he quedado con el plato griego, el pollo a la canela. El resultado final; decentillo tirando a bien. Instante seguido me he ido a jugar al tenis, era mi primer día en el cursillo y menudo panorama. La monitora juega peor que yo y los compañeros también, con eso está todo dicho. Durante el partidillo que he jugado con uno de ellos me he pegado una pequeña "hostieja". Pensé que sería la única del día. Que equivocado estaba.

Sin duchar, rojo como un tomate de "Lietor" y en chanclas me he ido a un bar a ver el partido de la selección. 20 españoles, 15 rusos y algunos alemanes en ambos bandos, así estaba el bareto. "Rassiya, Rassiya" cantaban los rusos a grito pelao, así que se me ha ocurrido que podíamos cantar "Casillas, Casillas". Nos hemos echado unas risas, le hemos metido cuatro a los rusos y al final tan amigos, aplausos mutuos, todo muy bonitos y a otra cosa mariposa. Me he duchado y me he ido con Borja a una barbacoa de una alemana, compañera de clase.

En la barbacoa todo bastante bien, no hemos hinchado a comer, a practicar alemán y a conocer gente que es de lo que se trata un poco todo esto. Habían pasado ya tres horas y se hacía la hora de ir a casa, se acercaba el gran colofón. Me he despedido con la educación que me han provisto mis padres, he cogido la bici y me he dispuesto a hacer los 500 metros que me separaban de casa. Había recorrido más de la mitad, cuando he notado como la goma de mi neumático resbalaba sobre el acero del tranvía. Son microsegundos, no se puede calcular, pero el cerebro ya sabe que la hostia que te vas a dar no va a ser pequeña.

He notado como la rueda se iba, la bici también y mi cuerpo detrás. Iba bastante rápido, en ese momento solo piensas en no aterrizar con los dientes. Romperte un brazo es una putada, pero al menos no ha habido que ponerle ortodoncia. Vamos, que sale más barato un hueso que un par de incisivos. Con las manos por delante he aterrizado en el gastado asfalto de Richard Lehmann Strasse, he comprobado que todo estaba más o menos en orden y me he dado la vuelta para ver que tal estaba la bici. También viva me ha ayudado a volver a casa con la misma eficiencia que siempre.

Al llegar a casa y con el paso del tiempo he ido descubriendo golpes y magulladuras. Diagnostico final: Moratón en la cadera (como las abuelas), heridas en manos y rodillas y dolor al caminar. Podría haber sido mucho peor. En realidad lo peor ha sido que mis vaqueros más rotos y favoritos tiene un nuevo roto.

lunes, 2 de junio de 2008

Día -60. Placeres extrañados: Pipas y Cola Cao.

Igual un buen gin tonic de estos que pone mi padre en vaso de sidra también tendría cabida en este apartado, pero claro... entonces también tendría que poner a mi padre, y esto no es un placer, es una persona. Bueno que me estoy liando, ayer hablando con la familia les dije que echaba bastante de menos inflarme a pipas. Además, si no lo sabéis soy una de las personas que más rápido come pipas del mundo. Yo no voy al fútbol a ver el partido, voy a merendarme un kilo de pipas. Los partidos del Albacete salvo rara ve son aburridísimos y esto me ha hecho perfeccionar la técnica hasta límites insospechados para el ser humano.

Y os preguntaréis ¿por qué se me da tan bien? siendo yo alguien tan extremadamente torpe para las artes plásticas. Comer pipas está a caballo entre el arte plástica y el deporte, como los deportes si que se me dan, pues supongo que habré suplido esta carencia con mi virtud deportiva. Son muchos años de ir domingo tras domingo al fútbol, seguramente si pusiera el mismo empeño para otras cosas como recortar con las tijeras hoy sería el sucesor de Ives Saint Lauren (recientemente fallecido, descanse en paz).

Recuerdo un partido aburridísimo contra el Badajoz hace muchos años, 0-0 infumable. Al terminar el partido el montón de cáscaras de pipas me llegaba hasta las pantorrillas, era como una pequeña duna. Y es que más allá del placer intrínseco de comer pipas y abstraerte del mundo que te rodea poniendo el brazo izquierdo y dientes incisivos al límite, lo bonito es tirar la mierda al suelo. En España esto es un hecho, las cascaras se tiran al suelo, porque lo más precioso de este mundo es ver cuan grande es el montón al terminar la bolsa. No dejan de ser restos orgánicos, yo no tengo mucha idea sobre el tema, pero seguro que eso se degrada en unos pocos días.

Ese no es el único placer. El segundo entraría dentro de lo que conocemos como medicina popular. Las pipas en grandes cantidades y siempre no sean sin sal provocan el efecto llamado "Angelina Jolie". Si te inflas a pipas, además de mucha sed, los labios se inflan y se enrojecen sobre manera provocando sobre todo en las mujeres el efecto deseado en una operación estética en muchas ocasiones carísima. En el estadio de Albacete, 4 bolsas por 20 duros (véase Euro como moneda vigente). Lo bueno que tiene es que no falla, no hay bisturí, no hay anestesia, no hay riesgo. Si acaso puede resultar algo incómodo por el escozor. También dice la leyenda urbana que comer pipas en abundancia puede degenerar en apendicitis, pero eso son todo falacias.

El segundo placer es el Cola Cao, el de NUTREXPA.SA, el de toda la vida. Muchos han sido los meses en balde buscándolo por Leipzig. Lo hemos llegado a encargar a España de la que gente que venía a visitarnos. Con esas hemos ido tirando pero es que en Europa son muy gandules y les gusta todo muy instantáneo. Mucho nesquick, mucho cadbury de no se que, muchas mierdas vaya. Tras meses de infortunio lo encontramos en Riga (Letonia para los iletrados en geografía), lo compramos, todo parecía ir bien hasta que lo abrimos. El olor no era el mismo, eran polvillos, por todo es sabido que el Cola Cao de toda la vida presenta como piedrecillas que se han ido apelmazando.

Una vez que lo probamos con Leche entera letona (3,8 % de grasa, una maravilla los productos lácteos letones) nos dimos cuenta que se trataba del Cola Cao Instant o Express. Una iniciativa para capitalistas europeos, para juppies que no disponen de esos 3 minutos necesarios para darle vueltas al Cola Cao. Gente que nunca sabrá lo que son los grumos ni esa espumilla que se crea en la superficie. Para mi el mayor placer está en los grumos, especialmente cuando alguno de ellos te explota en la boca empapando todo el paladar. Entonces se da esa situación de falta de saliva que tan bonita es y que también se obtiene al ingerir polvorones. Y es que la erasmus te ayuda a valorar las cosas importantes de la vida.