Ya no se ni qué día es. Historias tristes.

Muchas veces tendemos a pensar que solo a nosotros nos pasan cosas malas. Frases como, "lo que no me pase a mi", "pongo un circo y me crecen los enanos" o "si no lo veo no lo creo". En estos días en los que casi no he podido escribir me ha pasado de todo, muchas cosas muy graciosas, pero también algunas menos agradables.

Desde conocer a una alemana que estuvo viviendo diez meses en San Clemente hasta que tus futuros vecinos te la jueguen y te la líen cuando casi ya no hay vuelta atras. Les deje muy claro que no queria bajo ningún concepto vivir con compatriotas. Que yo estaba aqui para hablar alemán. Ahora me planteo dejarlos tirados y que se busquen la vida, que casi no van a tener días.

Aun así como digo estos problemas no son nada, son minucias, cosas absurdas que preocupan demasiado siendo nada importantes. A veces cuando llamó a mi madre y le cuento alguna de estas cosas, siempre me dice que no pasa nada, que todo tiene arreglo. Desde luego que lleva razón, por mínimos que sean los problemas, siempre tenemos tendencia a maximizarlos, y hacer de ellos un mundo.

Anoche salí un rato (hasta las 5, asi que el rato fue largo) y hoy cuando me he levantado tarde para ir a clase he pensado en lo cabrones que son mis futuros compis de piso, estaba enfadadisimo. He corrido hacia el tranvía porque no llegaba y la verdad es que lo he cogido de milagro. En el tranvía me he dado cuenta que mis problemas no valen nada.

Eran sobre las 11, una hora en la que los niños pequeños deben estar en el colegio. En el tranvia habia una madre bastante joven, sentada enfrente de su hijo, de unos 4 ó 5 años de edad. Mientras el niño trataba de hablar con su madre, que hasta yo entendia lo que decía y me resultaba gracioso, la madre trataba de esconder el llanto detrás de una forzada sonrisa. Estaba claro que algo no iba bien. Está estampa me ha dejado bastante parado, y casi se me ha puesto mal cuerpo.

No se sí es lo que esperabais leer pero no todo son cosas graciosas.