miércoles, 18 de noviembre de 2009

Las vajillas en tiempos de crisis

Este post la verdad es que no está para nada dirigido a un público universal. Sería justo lo contrario a las películas de Disney-Pixar, en las que los niños no ven más que dibujos animados y los adultos solo vemos problemas sociales de mayor profundidad. Aterrizar en un piso recién alquilado siempre puede resultar problamático. A quién no le ha pasado que al abrir el armario de la cocina, los platos que le ha dejado el casero le parecen asqueroso. Ni con un lavavajillas industrial me comería yo una fabada Litoral ahí.

Llegado este momento hay que tomar una determinación; hacerse con una vajilla de nuestra total confianza. Para ello he encontrado varias soluciones frente a la situación actual de crisis económica:

1. Nuevo banco, nueva vajilla: Es muy sencillo, te cambias de banco y casi seguro que recibirás una nueva vajilla. Estas vajillas suelen bastante buenas en comparación con mis otras ideas, lo malo es que hay que leer la letra pequeña. Con facilidad nos equivocamos y terminamos con un inútil juego de cacerolas, que no era lo que veníamos buscando. Esta opción tiene alguna laguna, y es que hace falta una nómina para acogerse a estas ofertas. Y debe superar los 700 euros, en mi caso está totalmente descartada.

2. Coca-Cola, Cacaolat y cereales Nestle: Es muy parecido a lo anterior pero sin necesidad de cambiar de banco, ni de disponer de una nómina. Sin embargo hay que estar en el lugar adecuado en el momento justo. Me refiero a las mil y una promociones que salen en productos de uso diario Bébete 100 botellas de litro de Cacaolat, envía las etiquetas y recibe una vajilla completa. Las vajillas son bastante malas, pero resultan muy sorpresivas para las visitas. Viene una chica a tu casa y ve que tienes una vajilla de Cacaolat y lo menos que puede hacer es admirarte.

3. Consumismo creativo: Esta es sin duda mi opción favorita y la que yo recomiendo. Se ajusta perféctamente al desarrollo sostenible y no hace falta aprovecharse de ninguna promoción, siempre está ahí. Quién no ha ido a casa de un amigo y se ha dado cuenta de que todos los vasos eran antiguos envases acristalados de nocilla. Quién no ha ido a un restaurante donde los ceniceros fueron natillas o crema catalana de Avidesa en una vida anterior. Yogures enriquecidos (que son iguales que los que vienen en plástico), la cuajada Danone, casi cualquier cosa es reciclable como vajilla si le damos al coco.

Bueno... y ahora tendré que explicar el por qué de este rarísimo relato. Llevo muchos días muy fastidiado en casa porque no hay platos hondos. Yo no como sopa, pero para las ensaladas son muy útiles. Me desepera intentar darle vueltas después de aliñarla y ver como se me cae la mitad por culpa del plato plano. Ayer fui a Ikea por segunda vez en un mes a acompañar a un amigo y me compré un par de platos hondos...

...como por culpa del perro al entrar a casa todo me huele a caca, también decidí comprarme una vela (olor canela, por cierto). Había tres o cuatro tamaños, pero el más grande me cautivó. Costaba cuatro euros, pero me imaginé ese inmenso recipiente de cristal lleno de leche con colacao y en el fondo me salía barato. Luego me lo imaginé lleno de gintonic y la inversión me pareció una obra maestra de la economía doméstica.

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