viernes, 11 de diciembre de 2009

El Vagón 221 del Imserso Express

No faltaban ni diez minutos para que saliera el tren cuando hemos salido de casa. El centro de Albacete parecía el circuito de Montecarlo con mi padre al volante. La diferencia es que en la Mancha no está ni Raikönnen ni Kubica, ni siquiera hay Nakajimas, desgraciadamente hay mucho conductor de Cuenca. Después de que algún conquense nos diera un susto, hemos llegado a la estación, quedaban dos minutos y he empezado a esprintar.

Adonde vas corriendo! El tren Arco siempre trae como mínimo veinte minutos de retraso, pero luego lo recupera, no te hagas ilusiones de indemnización" me ha gritado el de la ventanilla de información. Total, que para hacer tiempo me he comprado un agua y unos caramelos mentolados por si me venía la tos. He pasado los pertinentes controles y me he ido al andén a esperar a que llegara esa maravilla de la tecnología ferroviaria.

Lo primero que he hecho ha sido mirar qué vagón llevaba, el 221. ¡Coño! Si que es largo el tren. Tiene una explicación. A ver cómo os explico qué es el tren Arco. Digamos que es como una menestra de ferrocarriles. Sevilla, Málaga, Granada y Badajoz, desde cada una de estas ciudades sale un tren y en Alcázar de San Juan se fusionan para emprender la marcha hacia Barcelona. Menuda mezcla eh...como para ponerse a hablar del Estatut ahí. Pues eso, el código 221 se correspondía con un vagón granadino.

Al subir al tren, no sé por qué, lo primero que he hecho ha sido buscar chicas con cazadoras de cuero, me dijo una amiga el otro día que estaban muy de moda. Creo que se equivoca, a mi me parece original y atrevida, sin embargo allí la gente llevaba más jerseys de punto que otra cosa. La verdad es que igual no era la mejor muestra de gente para este experimento, la media de edad de mi vagón era superior a 70 años sin ninguna duda. Justo en ese momento de análisis, una voz me ha perturbado.

-Oye bonico, ¿me cambias el sitio?. Es que me ha tocado en el sentido contrario a la marcha y me mareo.- Me ha comentado una señora de unos 70 años, con buenos modales, eso sí.
-Claro que si, no hay problema.- He respondido yo caballero y educado como nadie.
-Muchas gracias guapo.- Y dale con el piropo, está claro que son cumplidos, déjese de historias y cámbieme el sitio rápido que tengo que seguir contando chupas de cuero.

Pues el sitio al que he ido a parar no era mucho mejor. Me ha tocado un señor granadino de unos 75 años y con una tos de haber fumado dos cajetillas diarias de Ducados toda la vida. Así no hay quien mire lo de las cazadoras de cuero. Me he puesto unas series en el ordenador y me he calmado. No han sido ni dos horas de tranquilidad, al llegar a Valencia una pequeña revolución ha golpeado mi vagón. Valencia es una estación de término y para los trenes no hay rotondas, así que ha tenido que cambiar el sentido de la marcha. Una noticia que no ha gustado nada en mi vagón.

Es curioso porque la misma señora de antes, que se encontraba a más de diez metros de mi, me ha buscado sabiendo que era presa fácil. Le he devuelto su sitio a cambio de otros tantos piropos y así he conseguido desprenderme del granadino de la pulmonía. De camino a Barcelona he informado a mi amiga via SMS de que no veía ninguna prenda de cuero por allí, que no es algo que esté tan de moda como ella se piensa. Error, error y error, cuando hemos llegado a Barcelona, mi novia octogenaria del tren (la que me piropeaba a cambio de asientos de preferencia) se ha sacado un chaquetón de cuero de su bolsa de viaje y se lo ha enfundado.

Solo le ha faltado sacar unas gafas de pasta. O pedirme las mías, que como no me había dado sufiente el coñazo en viaje.

1 comentario:

DULCINEA dijo...

DESDE LUEGO COMO LIGAS¡ HASTA EN LOS TRENES CON LAS ABUELAS CON CHUPAS DE CUERO¡ NO SE TE RESISTEN EDADES¡