miércoles, 16 de abril de 2008

Día -113. Diferencias culturales

Desde que la civilización es la civilización franceses y españoles hemos tenido grandes diferencias culturales. Desde la época de los romanos (que siempre estaban en verano, en las pelis siempre salen en paños menores y sin abrigo, luego dicen del cambio climático) Galia e Hispania siempre han estado a la gresca. Para probar esta verdad he tenido que convivir con una francesa en el mismo piso. Y no es que sea mala gente, pero hay diferencias culturales.

Para los franceses, arrogantes y prepotentes con razón nosotros somos esos pobres gandules que vivimos del cuento en cuanto cruzas los pirineos. Para nosotros, gandules hasta cierto punto ellos son los vecinos de arriba, e intentamos picarles el billete en cuanto podemos. Igual hablo solo por mi mismo pero este párrafo es innegable que ha quedado bonitos de "cojones". Ahora va el ¿por que?, la explicación de este relato.

Ayer entraba Elodie por la puerta (la franchute) gritando como una neurótica. Decía haber visto un antiguo mapa de Leipzig en el que la calle más famosa de la ciudad recibía el nombre de un fatal dictador. Como si se tratara de una adivinanza nos invitó a Liesa y a mí a averiguar el nombre de dicho dictador. Liesa se la jugó por Jozef Stalin, no era mala opción pero yo tenía guardado el tarro de las esencias. "¡Ya sé!, se llamaba Napoleón Strasse" grité sabedor que alguien superaría mi alarido.

"¿¡Que dices!? Napoleon era bueno, y además francés. Se llamaba A. Hitler Strasse". Menudo berrinche se pilló la pobre y vaya risas nos echamos Liesa y yo. También me dijo que no dijera nada malo de Francia, que era su país y le molestaba. Ahí se acabó el episodio, nada más. Simplemente creo que al revés no se habría dado la broma. Si ella hubiese dicho Franco... si, en efecto era español, pero de bueno no tenia un pelo. Ni malo, simplemente no tenía.

El segundo capitulo lo viví un rato después. Tenía una pizza en el horno y cuando ya estaba a mi gusto la saqué. No sé si es una teoría mía, pero las pizzas como mejor se cortan es con tijeras, ni ruedecica de esas ni cuchillo ni leches, unas tijeras. Al lado de las sartenes vi unas, así que procedí a realizar el corte. Cuando me disponía a partir los cuartos en octavos entro Elodie, me miró y de nuevo gritó. "¡¡¡Mis tijeras!!!, no son para la cocina, son para actividades plásticas". Agaché la cabeza y seguí cortando.

Cuando terminé, levanté la cabeza y le dije "estaban con las sartenes, perdona que haya pensado que eran para cocinar, pero estaban allí". Entonces se calmó, le lavé las tijeritas de los cojones y se las llevé a su habitación. "Elodie... aqui las tienes, como nuevas", me miró con algo de desprecio y me dijo "ummm... que bien, ya no huelen a queso". Será porque tengo la mala costumbre de fregar con jabón y agua.

P.D. Para que veais que no soy el único que le pico el billete a los franceses.

1 comentario:

Javier Sánchez dijo...

Jan...enormes las dos entradas, sigue tu esencia en tu línea...por cierto, aún no te he contado la entrevista -estoy generando mucho bombo y luego no es para tanto- que tuve...sólo digo que ahí alguien había bebido más de cinco pacharanes...y no fui yo...