sábado, 14 de agosto de 2010

El día que sin querer me convertí en un director de recursos humanos muy especial

Alquilar piso es parecido a echarse novia. Tiene que pasar un tiempo para que conozcas sus defectos, su cosas buenas y sobre todo… quien ha estado ahí dentro antes. Hace algo más de un mes que he alquilado un piso con unos amigos y esto es lo que ha pasado:

Yo siempre he dormido a prueba de bombas, podría tener a media Suráfrica tocando la vuvuzela que aún con esas echaría más de doce horas grogui. Al principio estaba yo solo en el piso, tengo la “suerte” de ser el único que trabaja en verano. Pasaron unos días y me daba la sensación de que alguien llamaba a casa por la noche, tocaban al timbre y se iban. El típico gamberreo de niños, pero a las cuatro de la mañana.

Pasó un tiempo sin ocurrir, o al menos que yo me enterase, pero a la semana los timbrazos volvieron. Una noche en la que dejé de beber CocaCola sin cafeína decidí coger el telefonillo.

- ¿Si? ¿Quién es?- Dije con voz despejada y bastante clara.-
- ¿Es aquí lo de las chicas?- Soltó una voz de estas así roncas de hombre pueblerino de metro setenta, entradas y camisa de seda.
- ¿Qué dice señor?- No lo había entendido muy bien, aunque igual no quería entenderlo.
- ¡Es que se escucha muy mal esto! Venga, abre ya, que traigo los sesenta euros preparados.- Esto si que no lo entendí, lo narro así porque supongo que sería lo que dijo.
- Espere señor, que salgo y hablamos por el balcón- Salí como uno va por casa en verano, en calzoncillos y una camiseta vieja.- ¿Qué quiere a estas horas hombre? Que ya estoy hinchao de que llaméis a estas horas.-
- Ay pájaro… ahí en calzones. ¿Acabas de terminar la faena o qué? Ábreme venga, que la última vez que vine eran tres, alguna tendrás libre ahora mismo.- Ya me olía mal la cosa. El tío era además de estos que tienen varias verrugas por las cara. Colocadas al azar, como si fuesen minas.
- ¿Tres qué? Pero no ve que yo estaba intentando dormir.- Ya se me notaba medio enfadado y más viendo que el señor este con tantas verrugas se me quería meter en casa.
- Pues tres chicas, que va a ser. Pero nada, si están las tres ocupadas me voy. Dilas que ya volveré mañana, que la mujer se ha ido a la playa con dos amigas.- Ahí acabó la conversación. Con ese “dilas” que me ha dolido escribir por dos veces. Sabía por donde iba, pero creí que se habría confundido de calle, piso, casa, ciudad o verruga.

Tres semanas después veo que me llega un mensaje en Facebook de uno de mis compañeros que estaba veraneado:

Juan, acabo de encontrar más de 1200 entradas de Google sobre nuestro piso. Antes era una casa de esas que se dedican a repartir felicidad. PD. Eran tres canarias, 60 el completo. No lo hagas por menos, que la finca debe mantener su caché. Jajajajaja!!

El caso es que me resultó raro que todas las habitaciones tuvieran cama de matrimonio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jo, jam que suerte! tu sabes porqué!La vida te sonrie, sabes que este es ti año! como muchos más que vendrán............. todo sigue su curso, como es normal, ENHORABUENA! Disfrútalo, besos de Dulcinea, Don Quijote y de Sancho, besos y aprovéchalo.

TNT dijo...

es casi mejor que un poltergeist!!