Recién llegado de los países bálticos he podido comprobar como dos de mis teorías eran ciertas. La primera es que con buena compañía y diciendo tonterías a mansalva te lo puedes pasar bien hasta en Teruel, y segundo y no por ello menos importante; si vas a viajar por el este de Europa, cuanto más cerca de Polonia mejor. Ello te garantizará un bienestar y una anchura económica muy agradable.
Nueve días por los países bálticos dan para mucho, para demasiado, incluso me atrevería a decir que se hacen largos. Como hay muchas cosas que contar y no me quiero olvidar de ninguna voy a proceder de la siguiente manera. Os contaré el viaje como si de una novela folletín se tratase, pero voy a tratar de innovar en el formato. Lo haré en narración inversa, es decir de final a principio. Me acordaré mejor de las cosas y quizás así lo gocéis más.
Erán más o menos las 20:00 cuando llegamos a Riga (capital de Letonia, lo aclaro porque sé que hay muchos que lo aprendisteis como "URSS, capital Moscú")era nuestra segunda vez en el Paris del Este, ya lo conocíamos y nos dirigimos directamente al Hostal. Dejamos las cosas y nos fuimos a al supermercado a por la cena. Era la última noche así que nada de racaneos absurdos, un litro de cerveza de exportación danesa, fuet casademont y una barra de Pan. Llegamos al Hostal de nuevo, nos comimos la barra entera de salchichón y nos pusimos a ver una peli.
Era una de las primeras de Nicole Kidman, una que se enamora de un niño que se hace pasar por su marido difunto o algo así, vaya... una obra maestra prácticamente. Aunque solo lo fuera para el niño que puede jactarse de haberse enrollado con Nicole Kidman a la temprana edad de 10 años. Este niño tiene un futuro esplendoroso, decir lo contrario sería mentir, eso es así, habrá que verlo con 25 ó 26 años. Se va a hinchar casi seguro. Pues eso, se acabo la película, cerraron la recepción y nos mandaron a la cama.
Nuestra habitación era de 10 personas, cuando entramos solo una dormía. Una joven australiana muy simpática aunque algo entrada en carnes, nos lavamos los piños hicimos nuestras respectivas camas y nos metimos en el sobre. Aunque el viaje a nivel de ronquidos habia sido bastante horrible, aun no sabíamos lo que nos esperaba esa noche. En cuanto dejamos de hablar comenzamos a sentir los cientos de decibelios que generaba aquella inmensa canguro australiana.
No se escuchaban ni los coches de calle, temblaban las literas y todo. "Joder como ronca..." le grite a Higinio (litera superior) para comprobar que él tampoco podía dormir con ese festival. Tardó muy poco en responder, efectivamente tampoco podía conciliar sueño. Eso era inhumano, que tortures a tu cónyuge con esos ronquidos después de 20 años de matrimonio es comprensible hasta para Dios, pero a nueve desconocidos no tiene perdón.
Apenas 4 ó 5 minutos después de hacer yo esa reflexión y pillando algo de sueño un enorme estruendo se apoderó de la habitación. Giré la cabeza a mi izquierda y eso no era comprensible ni para Dios. Entre el peso y la vibración de los ronquidos, el somier de la joven australiana se había vencido. Se escucharon tímidas carcajadas mientras ella comentaba en voz baja su desdicha. A partir de ese momento no se volvió a escuchar otro ronquido en la habitación y se pudo dormir hasta las 11 de la mañana sin ningún tipo de contaminación acústica.
A la mañana siguiente movidos por la curiosidad levantamos su colchón... Partir 3 tablas de un somier es algo que solo unos pocos pueden hacer en este mundo. No la volvimos a ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario